_
_
_
_

¡Alabado sea el Señor!

La religión repudia cualquier diversidad sexual que se salga del heteropatriarcado

Homosexuales, transexuales, promiscuos y cualquiera que ejerza su intención de tener una vida sexual libre arderá en los infiernos. Alégrense; seremos muchos los que nos encontraremos allí.

Si alguien es capaz de unir sexo y religión magistralmente, ese es Milo Manara.
Si alguien es capaz de unir sexo y religión magistralmente, ese es Milo Manara. Milo Manara

De lo mejor que me ha pasado en la vida fue el día que un vecino se presentó para comunicarme que él y toda su familia me retiraban el saludo "por sus profundas convicciones religiosas". Al parecer, me había escuchado en el descansillo criticar su antipatía y no estaba dispuesto a aguantarme ni una más. Estaba harto de mis conversaciones "cargadas de expresiones soeces", de mis salidas nocturnas sin hombre que me acompañara "regresando a altas horas de la madrugada", escandalizado de mis amistades "incluido un marica" y por supuesto indignado por los gemidos salvajes que había escuchado P-E-R-F-E-C-T-A-M-E-N-T-E una noche cualquiera. Así lo relató en la piscina de la urbanización a los vecinos ávidos de detalles del jugoso espectáculo. Alberto, si me estás leyendo, un saludo. Efectivamente, me parecías un antipático, reconozco hablar de sexo sin pudor alguno y aderezarlo de todas las pollas y coños que aparezcan. A mis amigos no les pregunto con quién se acuestan y siento decirte que lo que escuchaste no fue un polvazo con dos maromos empotrándome en el salón. Qué más me hubiera gustado... Olvidé ponerme los cascos para ver una secuencia de porno en la que justo ocurría eso. Y claro, en agosto, con las ventanas abiertas... ¡Bastante es que no me escuchaste corriéndome al masturbarme! Siempre me impresionó la caridad, permisividad y tolerancia cristianas. Tú, que cada domingo acudes a misa y te manifestaste en contra del matrimonio homosexual, ojalá desprecies tanto a los curas que abusan de menores.

Los valores judeocristianos están perfectamente diseñados para cimentarse en nuestra sociedad sin permitir ni la diversidad ni la libertad sexual de los individuos. El hombre debe tener sexo única y exclusivamente con la mujer y, a ser posible, solo para traer hijos al mundo. Dios y solo Dios es el que puede determinar cómo debe ser nuestra existencia y para ello dejó escritas las leyes bajo las que debíamos regirnos. Leyes, sí. Ni enseñanzas ni sugerencias. 613 leyes, para ser exactos, que le fueron entregadas a Moisés para que nos pusiera al tanto. Normas de todo tipo, como que no se podría tener otro Dios que no fuera él y el control sobre las relaciones sexuales porque cuando tienes sexo, quedas impuro.  Considerado impureza todo lo que se salga de lo perfectamente pergeñado para controlarnos y someternos. Esto no lo digo yo, lo dice Javier Alonso, historiador, arqueólogo, escritor y biblista que lleva décadas estudiando los textos sagrados en hebreo, griego y latín. Y adivinen por qué se empeñaron en que María, la madre de Jesús, fuera virgen: "En realidad fue el primer vientre subrogado de la historia", dice sarcásticamente. "La explicación de la virginidad está en el evangelio de San Mateo. San Mateo insiste una y otra vez en que en Jesús se cumplen todas las profecías relativas al Mesías aparecidas en el Antiguo Testamento y cita una del capítulo VII de Isaías. Pero Mateo escribe en griego y traduce del hebreo de Isaías. El texto de Isaías dice almá, que significa "joven doncella" (משרתת צעירה); esta palabra no alude a la virginidad sexual. Mateo, al traducir almá elige la palabra parthenos, la misma de la que viene Partenón, el templo de Atenea, que sí era virgen." Y aquí se hicieron el lío y se empeñaron en que María era virgen.

¡Boum! Bomba de relojería. Una mala traducción hizo que encontraran una burda excusa para convertir la virginidad en una virtud. Después de tantos años estudiando los textos sagrados en sus idiomas originales, Alonso reconoce creer cada vez menos en Dios. Pero no deja de investigar ni de escribir con la religión de por medio.

La iglesia católica jamás ha contemplado la diversidad sexual. Si Juan  Pablo II azotó sin misericordia a todos los que se salieran de la norma, Benedicto XVI se la tuvo que comer doblada con el matrimonio homosexual, aunque no evitó visitar países en los que, como argumentó, la familia estuviera en peligro.  De todos, el único que ha demostrado cierta permisividad, no exenta de muchas críticas por la ambigüedad de sus palabras, ha sido Francisco I. Por primera vez un papa se planteó no juzgar a los homosexuales. En uno de sus viajes llegó a decir que la iglesia debería pedir perdón por el trato que les había infringido.

Y jamás imaginamos a un hombre transexual por los pasillos del Vaticano, pero Diego Neira Lejárraga, autor de El despiste de Dios, fue recibido por Francisco I. Hasta aquí lo que se daba. Basta echar un vistazo a la hemeroteca para asistir espeluznados a cómo ha sido la relación entre sexo y religión: los numerosos casos de pederastia protagonizados por la curia, han llegado a justificarse hasta culpando a las víctimas.  

Después de todo lo expuesto, solo puedo tener fe en Milo Manara. El único capaz de unir sexo y religión sin que nadie salga perjudicado.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_