El reloj como una obra de arte
Norman Foster explora la evolución de estas joyas de Cartier en una exposición en el Design Museum de Londres
“Quítate de la muñeca ese reloj tan feo y ponte este”, se cuenta que Truman Capote le espetó en una ocasión a un periodista que le estaba entrevistando antes de prestarle su Cartier Tank. El autor de Desayuno en Tiffany’s fue uno de los admiradores más incondicionales de esta firma, de la que tuvo hasta ocho relojes distintos. Pero no fue el único. De Andy Warhol (que llegó a decir: “Yo no llevo un Tank para saber la hora. Lo llevo porque es el reloj que hay que llevar”) a Diana de Gales, pasando por Grace Kelly, Yves Saint Laurent, Madonna o Michelle Obama (que eligió este reloj para su primer retrato oficial como primera dama de EE UU). Cartier siempre ha estado asociada con las celebridades y visionarios de su tiempo.
Ahora, sus relojes son también piezas de museo. El Design Museum de Londres, que recientemente ha incorporado dos modelos de Cartier —un Santos y un Tank— a su colección permanente, acaba de inaugurar Cartier in Motion, una muestra que explora la evolución del estilo de los relojes de la firma y su relación con algunas de las grandes innovaciones que se gestaron en París a principios del siglo XX.
El director del museo, y comisario de la exposición, Deyan Sudjic, tuvo claro desde el primer momento que Norman Foster era la persona adecuada para liderar el proyecto. Y apeló a su amor por la aviación (Foster es también piloto), que está íntimamente ligada a la historia de Cartier, para convencerle. “Me picó la curiosidad y empecé a indagar en los vínculos de Louis Cartier con otros personajes de su época”, admite el arquitecto, que la semana que viene inaugura su fundación en Madrid. “Y cuanto más sabía, más fascinado me sentía por pioneros tan heroicos y excéntricos como Gustave Eiffel o Alberto Santos-Dumont, que acudía a sus cenas en París pilotando un artefacto volador que había creado él mismo”.
Santos-Dumont, un aviador e inventor brasileño que fue toda una celebridad en su época, es una figura clave en la historia de Cartier. Como necesitaba poder mirar la hora sin despegar las manos de los mandos de su avión, en 1904 la firma creó para él el que sería uno de los primeros relojes masculinos de muñeca de la historia. Había nacido el Santos.
Entre los 170 objetos que se reúnen en Cartier in Motion destaca una réplica a tamaño real de uno de los aviones ideados por Santos-Dumont, una reproducción a escala en bronce de la Torre Eiffel y una selección de piezas de coleccionista (con modelos tan icónicos como el Santos, el Tonneau, el Tortue, el Tank, el Crash, el Panthère...) que reflejan los códigos de estilo de la maison y su evolución a lo largo del último siglo.
Para elegirlos, los dos comisarios viajaron a la sede de la manufactura en Suiza y, tras zambullirse en sus archivos, volvieron “impactados” por el meticuloso proceso de trabajo de sus artesanos. Pierre Raniero, director de imagen, estilo y patrimonio de la firma, los señala como grandes responsables del atractivo atemporal de sus creaciones: “Cuanto más rápido se mueve el mundo, más nos seduce la idea de poseer un objeto único”.
Adalid de la sostenibilidad, lord (la reina Isabel le distinguió en 1999 con el título vitalicio de Baron Foster de Thames Bank) y leyenda de la arquitectura (fundó su estudio, Foster + Partners, hace ahora 50 años), ¿se plantearía Foster, después de esta experiencia, diseñar joyas o relojes? No lo descarta: “Siempre me han interesado las conexiones entre disciplinas distintas. No soy partidario de compartimentar las cosas, y creo que esta exposición ha ampliado aún más mi universo”.
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