El ingenioso molinero hipster que repara los molinos de Don Quijote
Una vez al mes un viejo molino del siglo XVI de Campo de Criptana vuelve a moler grano. Quien lo hace posible es un molinero atípico cuya historia glosaría el mismísimo Cervantes.
Acabo de conocer a uno de los últimos carpinteros-molineros de La Mancha. Un noble oficio que dedica su esfuerzo a reparar viejos molinos de viento. Se llama Juan Bautista Sánchez y es de Campo de Criptana, el pueblo de Ciudad Real donde se levantan aún tres de aquellos molinos originales del siglo XVI contra los que luchó Don Quijote convencido de que eran gigantes.
Juan es un gigante también, un molinero romántico que ama a esos viejos ingenios de la sierra de Criptana como si fueran suyos y los cuida con el cariño que un nieto daría a un abuelo sabio y longevo. A los 16 años Juan, que se declara “inquieto y mañoso desde que era niño”, se apuntó a una escuela taller donde descubrió la magia de convertir un árbol en piezas de madera que hacían girar molinos. Y tanto se enamoró de ellos que ya desde entonces supo que sería molinero.
Hoy, 20 años después y pese a su apariencia de hipster urbano, su día a día transcurre entre ruedas catalinas y aspas de álamo negro. Cuida con mimo y repara los molinos de Criptana, de Consuegra, de Alcázar de San Juan o de donde lo llamen. Los limpia, los cura de los achaques del tiempo y como a venerables ancianos, los ejercita poniéndolos en marcha una vez al mes para hacer una molienda tradicional vestido a la usanza de la época de Cervantes y evitar así que se anquilosen. Y lo hace también para regocijo de los cientos de visitantes que acuden cada vez que se anuncia este evento en Campo de Criptana. Ver a estos gigantes de 400 años moviendo sus aspas por la fuerza del viento, elegantes y poderosos, recortando sus muros de cal sobre el cielo azul de la interminable llanura manchega, es una de esas imágenes que nunca se olvidan.
Los molineros son marineros de tierra adentro. Como a la gente del mar, se les ilumina la cara cuando el viento hincha las velas y las enormes aspas empiezan a girar. En ese momento Juan Bautista sube donde la tolva, se pone de cuclillas junto a la piedra volandera y se transforma en la persona más feliz del mundo. Sin perder ojo de la faena te va explicando las diferentes partes de un molino de viento manchego: que si esto es la rueda catalina, que si aquella la piedra solera, que si esto otro el telar, que si además están el anillo de madres, el palo de gobierno, el borriquillo, el palo del caballo, el macho y el remacho, el barrón de la linterna, el quitapán… ¡Un lujo escucharlo!
Luego –como buen marinero de secano- recita de tirón los vientos de la zona: abrego hondo, abrego fijo y abrego alto, toledano, cierzo, matacabras, moriscote, solano alto, solano fijo y solano hondo.
Hace 12 años, Juan sufrió un tremendo accidente en uno de los molinos de Criptana que le dejó al borde de la muerte. Les costó años de recuperación y una parte de su cuerpo herida para siempre. Cuando por fin pudo volver a subir a un molino, labró en su taller nueve placas redondas de madera con el nombre de otros tantos molinos de Campo de Criptana, para usarlas como llaveros con sus respectivas llaves.
Al décimo, en el que sufrió el accidente, se la hizo con forma de corazón. Y es que los molineros, como buenos marineros, tienen también algo de poetas.
-PARA SABER MÁS: Campo de Criptana, en la provincia de Ciudad Real, es uno de los varios campos de molinos tradicionales que quedan en La Mancha. También los hay igual de espectaculares en Consuegra, Alcázar de San Juan, Herencia o Mota del Cuervo.
Pese a que el Quijote está lleno de trampas topográficas y los cervantistas discuten y discuten sobre si ese lugar de La Mancha estaba acá o allá o aquella referencia a una venta era esta o aquella, todos parecen estar de acuerdo que para la célebre batalla contra los gigantes /molinos del capítulo VIII Cervantes se inspiró en los de Campo de Criptana. La cita textual del libro dice “donde se descubren treinta o pocos más desaforados gigantes”. Y se sabe por referencias documentales que el único lugar de la región que a finales del siglo XVI tenía más de una treintena de molinos era Criptana. De ellos solo quedan originales y con toda su maquinaria tres. El resto hasta los 10 que ahora se elevan en la sierra son modernos, construidos en la década de los 70 para restaurar el entorno, pero por dentro nunca tuvieron maquinaria. Son museos y centro culturales.
-Datos prácticos: una vez al mes, el molino Burleta de Campo de Criptana (uno de los tres originales) se pone en funcionamiento para ofrecer una molienda tradicional abierta al público. Las fechas y condiciones para asistir se pueden consultar en la web de turismo de Campo de Criptana www.tierradegigantes.es. O en el teléfono Tel. 926 563 931. También organizan jornadas de vuelos de cometas, noches cervantinas y otras muchas actividades en torno al Quijote y los molinos.
Para conocer las actividades culturales en torno a los molinos y el castillo de Consuegra, visita su página web.
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