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Defensora del Lector
Tribuna
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Cuando ofende la información

Quejas por una breve nota sobre el colegio en el que estudiaban los dos jóvenes fallecidos al romperse un ascensor en Madrid

Acto de homenaje a los dos jóvenes fallecidos en el Colegio Nuestra señora del Recuerdo.
Acto de homenaje a los dos jóvenes fallecidos en el Colegio Nuestra señora del Recuerdo.Víctor Sáinz

El suceso era de los que impresionan, por la edad de las víctimas y por lo incomprensible del accidente. La noche del martes 9 de mayo, la edición digital de EL PAÍS informaba de la muerte de dos adolescentes de 17 años, al ceder una pared del ascensor en el que descendían desde una novena planta, en un edificio de Madrid. El relato de esta tragedia tuvo un amplio seguimiento en la web, y a él se dedicó la apertura de la sección Madrid los dos días siguientes.

Una de las piezas que se publicó el jueves 11 de mayo, tanto en la edición digital como en la impresa, firmada por Fran Serrato, colaborador del diario, era una crónica del homenaje de despedida que se les dedicó a los dos fallecidos en el colegio donde ambos estudiaban y donde habían terminado, el día mismo de la tragedia, los exámenes de fin de curso. En el texto, profesores y alumnos recordaban las cualidades de las dos víctimas y subrayaban la conmoción que el suceso ha supuesto para el centro. En un brevísimo despiece –que por falta de espacio no se publicó en la edición impresa- se precisaba que el colegio figura entre los mejores de España y se mencionaban dos o tres exministros y un empresario entre sus antiguos alumnos. El título, inicialmente, era “Un colegio de élites” que más tarde se cambió por el de “Un colegio jesuita”.

El cambio de título obedeció a los comentarios, -algunos ellos ofensivos para las víctimas que hubieron de ser borrados-, que provocaron la pieza y el titular. A mi buzón llegaron también varias quejas de lectores que consideran inadecuada dicha pieza en el contexto de la tragedia.

“Revise usted esta publicación y actúe. Soy de izquierdas y agnóstico, pero: ¿a qué viene la nota al final sobre los colegios de élite? Hagan un artículo específico pero no en este lamentable contexto”, decía un mensaje sin firma.

La nota estaba redactada con total respeto

Varios lectores incidieron en lo mismo. “EL PAÍS ha decidido ofendernos resaltando en gris y con titular en negrita que el colegio donde estudiaban es un centro que educa a élites y nombra a tres supuestos miembros de esa élite (¡deben salir de ese colegio unos doscientos jóvenes al año!). Tan inesperado y angustioso como que se abra un ascensor en tu casa y te precipites al vacío”, escribió una lectora respecto al artículo.

“He sentido vergüenza ajena al leerlo”, me señaló otra, “no solo por el texto sino, en especial, por el contenido de un apartado al pie del artículo donde se explicaba que el colegio, del que los chicos fallecido eran alumnos, es un colegio de élites, que de allí han salido ministros -y los nombra-, el director de Inditex (…) Me pregunto a quién le importa quienes sean los exalumnos del colegio, o si el centro es de élite, cuántos alumnos tiene, o a qué orden pertenece. ¿Qué aporta, más allá de un morbo insano, cómo es el colegio? ¿En qué cambia la espantosa muerte de dos adolescentes, informar el nombre de los ministros que fueron alumnos de ese colegio?”.

El redactor jefe de Madrid, Vicente G. Olaya, considera que la nota sobre la escuela está completamente justificada y defiende su utilidad informativa:

“Llevar al extremo lo políticamente correcto haría que los periodistas de sucesos terminasen redactando crónicas al estilo del gran Gila: “Alguien ha matado a alguien””, opina. “Cuando en la versión web del reportaje “Los sueños rotos de José y Belén” se hacía mención a que estudiaban en un colegio de élite (lo cual es cierto), el redactor solo intentó acercar a los lectores al ambiente socioeconómico en que vivían los jóvenes. Los lectores de EL PAÍS que viven en Madrid son una ínfima minoría comparados con los que este periódico tiene en el mundo. No todos saben cómo es el barrio de Salamanca. Si este triste suceso hubiera acaecido en un distrito desfavorecido de la ciudad, hubiésemos hecho exactamente lo mismo, describiendo cómo era el instituto donde estudiaban. Deslizar que esa mención sobre el nivel económico y educativo de Belén y José buscaba desacreditar sus figuras o la justificación de sus muertes es, sencillamente, una canallada”.

Puesto que el artículo de Serrato se centraba en el homenaje que profesores y alumnos del colegio Nuestra Señora del Recuerdo rindieron a la pareja fallecida, me parece que los datos sobre el centro, en el que ciertamente han estudiado políticos y empresarios, son pertinentes. No son esenciales, ni como tales se mencionan. El pequeño despiece era un bloque de siete líneas y la nota estaba escrita con respeto y no representa, bajo ningún concepto, ni una ofensa, ni un ataque a las dos víctimas.

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