Refrescos y palomitas
¿Quién puede justificar el precio excesivo, mejor dicho, abusivo, de los refrescos y palomitas que se venden en los cines, después de pagar 10 euros por una entrada? Desde mi punto de vista, nadie en su sano juicio. El precio desorbitado, hasta cinco veces su precio normal, que se cobra por un vaso de refresco o una bolsa de simples palomitas en estos locales no tiene justificación coherente, ni económica ni moral. Es cierto que queda a elección del consumidor adquirirlos o no, pero el simple hecho de vender estos productos tan sencillos y baratos a tales precios es simplemente una ofensa al conjunto de consumidores que, indefensos, no les queda más remedio que elegir entre ver la película a palo seco o desplumados.— Joaquín Fernández Sánchez. Pozorrubio de Santiago (Cuenca).
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.