Miles de migrantes y refugiados, sobre todo procedentes de Afganistán y Pakistán, se mueven en Serbia por escenarios apocalípticos a la espera de poder cruzar por su cuenta la frontera con Hungría. Han pasado el invierno más frío de los últimos años durmiendo en condiciones miserables en vías de tren, fábricas y almacenes abandonados. Así es su día a día.
Un paquistaní sigue las vías del tren en dirección a la frontera serbo-húngara de Subótica,
unos 300 kilómetros
al norte de Belgrado.Manu BraboDos migrantes descansan tras llegar a la vieja fábrica de ladrillos de Subótica que utilizan como refugio. Se quejan de malos tratos por parte de la policía húngara cada vez que intentan cruzar.
Manu BraboUn grupo de refugiados caminan por otro tramo
de la misma ferrovía.Manu BraboUn migrante paquistaní descansa.Manu BraboGrupos de refugiados se calientan con hogueras en uno de los almacenes del complejo ferroviario abandonado en el centro de Belgrado (Serbia).
Manu BraboGrupos de refugiados se calientan con hogueras en uno de los almacenes del complejo ferroviario abandonado en el centro de Belgrado (Serbia).Manu BraboRefugiados y migrantes hacen cola para un reparto de comida organizado
en la vieja estación por voluntarios.Manu BraboUn grupo de afganos cocinan en una hoguera improvisada frente a las casetas de chapa en las que duermen. Están
en el complejo ferroviario abandonado de Belgrado en el que se hacinan cientos de personas en
su ruta hacia la frontera.
Manu BraboUn refugiado se pone
su chaqueta tras jugar
al críquet.Manu BraboUn grupo de paquistaníes habla en el interior de la fábrica de ladrillos abandonada en Subótica que usan como refugio.Manu Brabo