Confusión
Donald Trump es un anciano gruñón superado por las circunstancias al que le dan prontos en forma de bombardeos


Con el atentado de Estocolmo te preguntas: una posverdad que se hace realidad, ¿qué es? ¿Una preverdad? Porque antes fue una de las trolas de Trump, un atentado en Suecia. Quizá tenga una oficina majara en la Trump Tower que, al revés que en Minority Report, donde una policía precrimen veía el futuro y anticipaba el delito, se dedica a hacer realidad las tonterías del jefe, para que siempre tenga razón y se dote de aura taumatúrgica. Casi peor es que haya posverdades que den ideas, o astutos terroristas que escuchan a fascistas y cenutrios para cumplir sus mentiras. La confusión es total. Más aún porque Trump gobierna su familia como un país, colocando a su yerno y su hija en despachos, y su país como una familia: es un anciano gruñón superado por las circunstancias al que le dan prontos en forma de bombardeos y se funde el presupuesto público de viajes los fines de semana. Nos podemos esperar una declaración de guerra en la cena de Navidad o si llega borracho a casa. Ya su primer divorcio fue en sí mismo una batalla, y es verdad que para choque de civilizaciones lo de algunas bodas, al entrar en contacto las familias.
Una amiga que trabaja en cuidados intensivos en un hospital me ha hablado del síndrome confusional agudo. El paciente sufre desorientación espacio-temporal y evoca profundos recuerdos y obsesiones. Cosas de la infancia, la mili, experiencias fuertes. Pero el otro día uno empezó a hablar de Trump, una novedad: su impacto es tal que ha entrado en el subconsciente del español medio, refractario a lo internacional. También llamaba a voces a Melania, a quien confundía con una enfermera. Pero esto quizá sea más efecto del engaño del PhotoShop que del de la política.
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