La fiesta del desarme
Observo atónito cómo el desarme de ETA va camino de convertirse este sábado en un encuentro-romería de celebración. Hasta se están vendiendo billetes de autobús a Bayona, como si se tratase del evento deportivo del siglo. Pesa tanto la losa del pasado macabro de la izquierda abertzale que ahora continuamente se muestra como la más entusiasta del fin del terrorismo. Bakegileak (autores de paz) se hacen llamar estos participantes; ya podían haberse apuntado a un festival de la paz cuando la sociedad vasca les clamaba por ella. Tanto dolor y sufrimiento para nada. ¿Es necesaria una celebración?— Ander Iturri Torrea. San Sebastián (Gipuzkoa).
La semana pasada recordé el miedo al escucharlos venir por los pasillos de la facultad gritando, organizados, uniformados en sus cómodas ropas de ir al monte. Zuek ere txakurrak zarete (vosotros también sois perros) gritaban al aire, seguramente sin mirarnos —nosotros tampoco mirábamos—, cuando abrían la puerta de clase para interrumpirla. Y los que no habíamos hecho huelga por su causa permanecíamos en silencio y sentados en el pupitre, con el corazón acelerado, esperando a que todo pasase. La semana pasada, las imágenes del asalto a la sede de un partido en Barcelona me hicieron revivir aquella sensación de angustia que creía ya olvidada.— Ángel Montero. Sant Cugat del Vallés (Barcelona).
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