10 fotosVíctimas del sueñoLa tripanosomiasis humana africana aún causa estragos en lugares como la República Democrática del Congo 03 may 2017 - 03:37CESTWhatsappFacebookTwitterLinkedinCopiar enlaceThomas Disolo Matoko, de 61 años, confecciona trampas para moscas tsetsé en la sede del Programa Nacional contra la Tripanosomiasis Humana Africana, en Kinshasa, la capital de la República Democrática del Congo. Él y Prosper Mwanza Nkanga, de 60 años, son los únicos fabricantes de este tipo de trampas en todo el país, unas 3.000 al año, cantidad considerada insuficiente. Ganan unos 210 dólares al mes por su trabajo.Neil Brandvold (DNDI)Un técnico de microscopio del equipo móvil de la DNDI analiza una muestra de sangre en el pueblo de Yalikombo para detectar un posible caso de enfermedad del sueño. La RDC cuenta con unos treinta equipos móviles para el diagnóstico activo en las zonas endémicas, integrados por técnicos de microscopio, chóferes, guardián, enfermeros, un coordinador y un agente de movilización social y lucha antivectorial.Neil Brandvold (DNDI)Jean de Dieu Liyande Walo, de 52 años, agricultor y diácono, sujeta una Biblia en uno de los bancos de la iglesia de Yalikombo, en el interior de Congo. Este padre de nueve hijos sufrió la enfermedad del sueño a partir de 2007 y su familia pensó que se trataba de brujería. Cinco años más tarde le diagnosticaron el mal y se curó gracias a un nuevo tratamiento llamado NECT.Neil Brandvold (DNDI)Dos enfermeros toman muestras de sangre a niños en Yalikombo para detectar posibles casos de enfermedad del sueño. En esta zona de salud del interior del Congo en la que viven unas ocho mil personas sólo se detectaron 45 nuevos casos en 2016, una cifra notablemente inferior a los 770 del año 2005, gracias a los esfuerzos de diagnóstico activo llevados a cabo por el Gobierno congolés y sus socios internacionales.Neil Brandvold (DNDI)El enfermero Jean Ilombelombe Menga observa los test serológicos para enfermedad del sueño en la localidad congolesa de Yalikombo. “Durante muchos años en esta zona no sabíamos que nos enfrentábamos a la enfermedad del sueño, todos pensaban que era algo de brujería y nosotros lo tratábamos como si fuera neuropaludismo”, asegura. En la actualidad, el tratamiento indicado consigue curar a los pacientes en un elevadísimo porcentaje. Neil Brandvold (DNDI)Mosca tsetsé muerta capturada en una trampa instalada en el pueblo de Yalikombo. En esta localidad de 2.000 habitantes hay muchos ejemplares de este insecto, pero la tasa de infección ha caído gracias a la progresiva erradicación de la enfermedad mediante la curación de las personas enfermas. El insecto pica sobre todo por el día y lo hacen tanto los machos como las hembras, que sólo son peligrosas cuando están infectadas por el parásito.Neil Brandvold (DNDI)Placide Bofando-Linyala, de once años, enfermó cuando tenía solo cinco. Según su madre, Mamisa, “estaba muy débil y dormía mucho durante el día, incluso se quedaba dormido comiendo”. Tras recibir tratamiento, el parásito fue eliminado de su cuerpo pero le han quedado secuelas en su comportamiento. “No está bien, no obedece, se dedica a vagabundear y está siempre distraído. Se pasa el día cortando palitos y no tiene amigos”, se lamenta su madre. Ambos viven en Isangui.Neil Brandvold (DNDI)Dieudonné Likilo Taetae era pescador en la Provincia Ecuatorial de la RDC hasta que la picadura de una mosca tsetsé le transmitió la THA hace más de quince años. Tras recibir un tratamiento a base de un derivado del arsénico llamado melarsoprol, el parásito desapareció de su cuerpo pero le quedaron graves secuelas que él achaca al medicamento: le tiemblan las manos, apenas puede mantener el equilibrio y cualquier mínimo movimiento le supone un enorme esfuerzo. Neil Brandvold (DNDI)Jean Osombindelye vivía en Imbolo, a unos 38 kilómetros de Isangui, en 2003. Su esposa murió de la enfermedad del sueño y cuando sus dos hijos, Dominique y Julia, comenzaron a mostrar los primeros síntomas, Osombindelye cogió su bicicleta y pedaleó toda la noche para llevarlos al hospital, un viaje que salvó la vida a los niños. Tras este episodio, este agricultor padre de doce hijos decidió trasladarse a Isangui, donde apenas hay mosca tsetsé. Ahora trabaja como guardián en la universidad.Neil Brandvold (DNDI)El enfermero Léon Libonda Lobela, encargado de la lucha antivectorial contra la enfermedad del sueño en el equipo móvil de Isangui, muestra una de las cinco trampas instaladas en Yalikombo con seis moscas tsetsé en su interior. Si se encuentran dos ejemplares al día ya se considera que estamos en una zona de densidad elevada. Neil Brandvold (DNDI)