Paco Arango, el filántropo pop que hace magia con Aladina
El hijo del empresario mexicano ha hallado sentido a su vida trabajando con niños con cáncer
De su padre, el empresario hispanomexicano Plácido Arango, fundador de todo un imperio empresarial que incluye el famoso Grupo Vips, dice haber heredado su compromiso social. “Mis hermanos y yo lo hemos mamado de una forma muy natural, pero también tenemos ese colmillo propio de los empresarios, con hambre de éxito en todos los proyectos que iniciamos”, dice Paco Arango (Ciudad de México, 1965) desde su despacho en la sede madrileña de la ONG Fundación Aladina, que él mismo creó en 2005.
Que sabe aplicar la parte eficiente y práctica del mundo de los negocios a sus proyectos solidarios lo confirma Lo que de verdad importa, el más reciente de ellos. Llega en forma de película de corte familiar, con la que ha logrado la comunión entre dos expresiones a menudo tan anacrónicas como son cine español y éxito de taquilla. Lo ha hecho con ayuda de una espontánea y bienintencionada cadena de whatsapps, que invitaba al espectador a acudir a las salas para colaborar con su entrada a una campaña de apoyo a niños enfermos de cáncer. La cinta ya se acerca a los tres millones de euros recaudados. Los beneficios resultantes de esa cifra, una vez que se reste el abultado e inevitable IVA cultural y la parte de los exhibidores, irán destinados de forma íntegra a esta causa: algo más de un millón de euros.
Hijo del discreto mecenas
Además de reconocido empresario, el octogenario Plácido Arango (1931, México) es un importante mecenas. Ocupa un puesto de vocal en el patronato del Metropolitan Museum of Art de Nueva York y decenas de obras que cuelgan en el madrileño Museo del Prado son donaciones surgidas de su colección particular. Es un hombre que "todo lo hace como si no estuviera presente; ayuda u orienta con la mirada", decía de él el periodista Juan Cruz en un artículo reciente. "El arte me gusta, aunque no tanto como a mi padre", asegura el que es uno de sus tres hijos, Paco Arango. "Cuando paseo por esos museos sé que me acerco a algo que le hace muy feliz. Me llena de orgullo que haya aportado su sabiduría con tanta humildad".
Antes de confirmarse como director de cine —Maktub, su anterior trabajo, obtuvo tres nominaciones al Goya— probó suerte como actor, cantante y guionista. En el proceso de convertirse en el filántropo pop que es hoy, se le cruzó una epifanía: “Llegó un momento en que mi obsesión era pensar por qué yo tuve tanta suerte y otros tantos no. Quería devolver de alguna forma esa fortuna con una de las cosas más preciadas que tenemos en la vida, que es el tiempo”. Cuenta que habló con un cura que conocía y que le preguntó por una causa que le exigiera de verdad. “Fue él quien me propuso trabajar con niños enfermos de cáncer. Cuando comencé a hacerlo, de repente, me sentí válido”, recuerda.
Al principio, a Paco Arango le costó aunar su actividad solidaria con el mundo de comodidades en el que nació. “El día que falleció el primer niño con el que trataba tuve que acudir a una fiesta a la que no podía faltar. Entonces me topé con los dos extremos de una realidad y me generó una crisis de identidad. Me sentía un energúmeno por la vida que llevaba y me planteaba si tenía que dejarlo todo para ser consecuente con mis ideas. Luego comprendí que es necesario compaginar ambas realidades y decidí profesionalizar esta actividad”.
Un variado grupo de famosos, como la diseñadora Carolina Adriana Herrera, la cantante Alaska o el actor y director Santiago Segura, acuden de forma recurrente a las galas que organiza.
De su paso por la pequeña pantalla le queda un gusto agridulce. Y eso que la comedia ¡Ala... Dina! fue un éxito de prime time en Televisión Española en los primeros 2000. “Lo pasaba fatal. En televisión no haces la serie que quieres hacer, sino la que te dejan hacer. Cada semana te despiertas aterrorizado por las audiencias, porque de ellas dependen las 110 personas que trabajan para ti. No volveré por ese camino”.
Arango tiene otros sueños, como el de comprarse una casa en Asturias en la que pasar todavía más veranos de los que ya ha vivido. “Soy de abuelos españoles emigrados México. El materno era vasco y el paterno, asturiano. En el norte de España me siento como en casa, aunque me pasa que en México me llaman el español y en España soy el mexicano”, dice.
En el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, encuentra el ejemplo opuesto a la hora de hacer negocios que el que ha vivido en su familia. “Lo más triste es que la gente está mal informada sobre lo mucho que necesita EE UU a México. Exporta más a su vecino del sur que a China. Esta ruptura afectará a mi país, pero también al suyo”, lamenta.
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