Por las niñas en ciencia y tecnología... cambiemos el ‘chip’
La población femenina tiende a infravalorar injustificadamente su propia capacidad para desempeñar estudios y carreras relacionadas con estas materias
“Más ciencia de la que ella puede manejar”. Este mensaje escrito por una joven y compartido por miles de niñas y mujeres en sus redes sociales, fue uno de los tantos mensajes que captamos en un estudio que analizó las interacciones en Twitter y Facebook durante seis semanas. Nuestro interés era escuchar la conversación sobre el rol de las niñas y las mujeres en las disciplinas de ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas en América Latina y El Caribe. Nuestros hallazgos fueron desalentadores.
Apenas 4% de las interacciones que analizamos promovían actitudes positivas sobre la capacidad que tienen las niñas, jóvenes y mujeres para ser exitosas en estas materias. Además, nos impresionó encontrar que tres cuartas partes de los Me gusta y retuits de los mensajes sobre la incapacidad en matemáticas de la población femenina son hechos por mujeres jóvenes. Aunque pensemos que estos discursos se quedan en la nube, la verdad es que tienen un impacto importante más allá del mundo virtual.
De acuerdo a los resultados de las pruebas PISA del año 2015, las brechas de desempeño que existen entre niños y niñas en disciplinas como ciencias y matemáticas son más pronunciadas en América Latina y el Caribe que en cualquier otra región del mundo. En ciencias, por ejemplo, los varones de todos los países participantes de la región, con la excepción de Trinidad y Tobago, se desempeñan mejor que las mujeres. En casos como los de Costa Rica y Chile, que se ubican entre los cinco países con las brechas más amplias en ciencias, las niñas pueden llegar a estar hasta medio año de escolaridad por detrás de los niños en su mismo grado.
Las brechas de desempeño entre niños y niñas en disciplinas como ciencias y matemáticas son más pronunciadas en América Latina y el Caribe que en cualquier otra región
En matemáticas, la historia es muy parecida. Chile, Costa Rica y Brasil figuran entre los 10 países a nivel global que tienen las brechas más grandes en matemática. México y Perú, por su parte, son los países con las diferencias de género más pequeñas dentro de la región.
Sin embargo, en el caso de lectura, la situación es completamente inversa. En los 72 sistemas educativos que participaron en PISA, las niñas superan a los niños en las puntuaciones promedio de lectura, y las diferencias suelen ser incluso más pronunciadas. Por ejemplo, en el caso de Trinidad y Tobago y República Dominicana, las brechas en lectura son equivalentes a más de un año de escolaridad.
Si las niñas tienen las mismas capacidades que los niños, ¿cómo podemos explicar las brechas que existen en el desempeño en ciencias y matemáticas?
Buscando respuesta a esta pregunta, hemos notado que el mensaje auto-ridiculizante en Twitter de aquella joven y la tendencia de gran parte de las jóvenes en auto-descalificar sus habilidades en estas asignaturas son asuntos que se ven directamente reflejados en los resultados académicos. La evidencia indica que en países como Brasil y Uruguay, los hombres reportan mayor confianza en su capacidad de resolver problemas difíciles que las mujeres. Esto no solo sucede en la región: en 39 de los países participantes en PISA, los niños manifiestan más confianza en sus habilidades en ciencias que las niñas. La diferencia en actitudes no es sorprendente cuando sabemos que al adentrarse en disciplinas científicas y tecnológicas, las niñas, las jóvenes y las mujeres deben afrontar no sólo un reto académico, sino también el desafío de navegar en entornos que les repiten constantemente que no son capaces.
Cuando aseguramos que existan programas y políticas educativas dirigidas a atender las brechas de género, promovemos el potencial de las niñas y jóvenes de ser las ingenieras, científicas e investigadoras que la región necesita. Los currículos, los libros de texto y los métodos de instrucción en ciencias y matemáticas deben brindar mensajes que refuercen la capacidad de todos los estudiantes, niños y niñas, para ser exitosos en las materias que van aprendiendo a lo largo de su trayectoria por el sistema.
Este cambio de enfoque y mentalidad en la educación servirá como importante motor para cambiar la conversación en la escuela y en el hogar, pero también en medios masivos y redes sociales en los que participen niñas y jóvenes como portavoces de mensajes motivadores y con cada vez mejor desempeño en estas materias. Con esa convicción por delante en nuestras conversaciones, ahora sí ayudemos a las niñas a cambiar el chip.
Emiliana Vegas es jefa de la División de Educación del Banco Interamericano de Desarrollo.
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