La misa de la tele, las vanguardias del Matadero y el maestro Bastenier

Me he pasado la vida escuchando a los maestros; por eso hasta fecha reciente, quizá hasta hoy mismo, no me he dado cuenta de los años que tengo. Y así voy burlando el tiempo, para evitar que él se burle de mí.

Lo cierto es que me gustó siempre escuchar hablar de periodismo a los maestros con experiencias. Uno de los que me ayudan a sentir que el periodismo es lo que sentí que era cuando empecé a desear ser periodista es Miguel Ángel Bastenier. Se sienta a unos pasos de donde estoy sentado ahora mismo, en EL PAÍS.

Lo vi llegar al periódico, cerca del verano hace más de treinta años. Lo vi ejercer de subdirector de Información, conozco muchas de sus leyendas (todas hechas a fuerza de vigor periodístico, de maestría, de alegría de ejercer el oficio) y he sufrido su rigor como un latigazo a la autoestima. Él me despertó muchas noches para decirme cómo se ponían las comas, las subordinadas, cómo se declinaba un verbo o cómo se llamaba un lugar remoto de la India donde Rudyard Kipling había escrito un poema famoso, no sé si If.

Es un personaje de leyenda y un maestro. A veces aguardo a que él se vaya del periódico para acompañarle en taxi hasta los confines de Madrid, donde tiene su casa, y en ese camino le tiro de la lengua para lograr lo que buscaba de periodista incipiente: que un maestro me aligere de la carga de una duda: ¿vale la pena vivir para este oficio? Claro que vale la pena: escuchen a Bastenier.

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Yo sí leo EL PAÍS

Ahora he tenido la oportunidad de convertir en entrevista esa alegría de escuchar al maestro Bastenier gracias a Podium Podcast, de la Cadena Ser, que me encargó una conversación con él. Ya la tuve, este martes último. Se pondrá en el aire (en el aire de los Podcast, que es un aire invisible e invencible: siempre estará en la red, radiándose, como la risa en las nubes) el 17 de abril. Será parte de una serie en la que otros colegas entrevistarán a otros maestros, de esta o de otras disciplinas. Con Bastenier es muy fácil hablar… si lo escuchas. Es de trago largo: tiene una memoria infinita, exigente como la de los maestros anglosajones, y es capaz de rebuscar en su cerebro con la celeridad que utiliza, también, para conseguir récords mundiales de locos por los crucigramas.

Nada me hace más feliz que escuchar hablar de periodismo. Si escuchas a periodistas serás mejor periodista, me decía un veterano periodista tinerfeño, Alfonso García-Ramos cuando él tenía… 33 años. El entusiasmo marcaba sus enseñanzas, y hablaba como si ya hubiera estado en todas las guerras. Bastenier ha estado en todas las guerras y conserva, aunque él se queje, el entusiasmo de un muchacho de 33 años. Cuando esté en el aire esa conversación les avisaré. Si se pierden a Bastenier se pierden un trozo enorme de la historia de este oficio que tanto vale la pena.

Lo que vale una misa

Las misas están hechas para los que creen en Dios. Cada práctica religiosa tiene sus fieles. Si no eres practicante no veas misas, ninguna celebración religiosa. Si no te gusta el Carnaval, si no lo consideras adecuado, no vayas, no va contigo. En España ahora hay una polémica al respecto. Lo que dicen unos, lo que dicen otros. Me gustó mucho ver en mi periódico el reportaje Podemos abre el debate sobre la emisión de misas en la televisión pública, hecho por varios periodistas, pero no exagerado de extensión.

Sobresale en él algo que es propio del oficio: saber lo que se hace en otras partes del mundo para hacerse una composición de lugar. Léanlo y miren alrededor: ¿cómo es posible que algo que el periodismo ayuda a entender no lo entiende todo el mundo? Periodismo es relatar experiencias ya habidas para que un caso que se le parece se entienda mejor. Periodismo es, también, saber qué hace otro para tomar lecciones… Qué Dios nos coja confesados si aún en España este tema viejo como las iglesias sigue siendo pertinente.

Las Naves del Matadero

Los promotores de la nueva vida de Las Naves del Matadero dieron a conocer estos días un comunicado sobre lo que ellos llaman una campaña contra el nuevo destino de ese espacio cultural. Ignoran ahí la raíz del asunto: que habían decidido eliminar dos nombres propios muy significativos de la nomenclatura de ese espacio, Fernando Arrabal y Max Aub. La controversia tuvo esos nombres propios, en principio, no la novedad que representa la nueva dimensión de Las Naves.

Muchas veces la ignorancia de un supuesto, en un comunicado, trata de desvirtuar el conocimiento de la materia. Esto no se llama exactamente postverdad, pero sí debe llamarse maniobra de distracción para que se crea lo contrario de lo que es. Leer un comunicado es periodismo; interpretarlo es mejor periodismo.