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Cuando ellas capturan la guerra

Refugiados en la frontera entre Serbia y Hungría.
Refugiados en la frontera entre Serbia y Hungría.Andreja Restek
Isabel Valdés

Hay una silueta de tanque que recorta una noche cerrada incandescente por las llamas, un cañón todavía humeante sujeto por un hombre que corre en medio de un fuego cruzado, un soldado que acecha, un soldado que espera sujetando un rifle a través de un agujero en la pared de una casa medio en ruinas, un soldado muerto, una estepa helada sembrada de restos de un avión, una niña que pulveriza algún líquido sobre un reguero de sangre en el suelo. Hay muerte, huida, destrucción, humo, ruinas, pobreza, enfermedad.

Hay dolor en todas y cada una de las 70 fotografías que componen la muestra En primera línea. Fotorreporteras en zonas de guerra, cinco por cada una de las 14 fotógrafas, en color o en blanco y negro, en digital o analógico, descarnadas y directas, como la realidad que exponen y a la que se exponen en lugares como Afganistán, Siria, Líbano, Ucrania, cruzando fronteras, pisando las cenizas de hogares quemados y en medio de campos de refugiados.

La exposición, hasta el 16 de enero en el Palacio Madama de Turín es parte de la apuesta de la Fondazione Torino Musei. Patrizia Asproni (Nuoro, Italia, 1959), presidenta de la fundación hasta el pasado octubre, explica que cuando llegó al cargo pensó que el Palacio era un lugar perfecto para exhibir el trabajo de las mujeres: “No obstante, fue una residencia real establecida por Cristina de Francia, duquesa de Saboya”. Desde hace unos años, en ese complejo declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, se han estado dedicando exposiciones no solo al trabajo de mujeres, sino a las mujeres como protagonistas en el arte, como Women of Vision, en colaboración con National Geographic o Eve Arnold y Marilyn Monroe, en junio de 2015. “De modo que lo que las mujeres habían hecho a lo largo de los siglos podría haber sido salvado por la damnatio memoriae (condena de la memoria) que a menudo acompaña a la creatividad femenina”.

Esta imagen forma parte de la colección 'Vanishing Youth'. Los jóvenes de Sudán del Sur se dividen en pequeños grupos para robar ganado. En general, comparten las armas entre tres de ellos, y los que no pueden permitirse una o son demasiado jóvenes para luchar pero quieren unirse al grupo, llevan las provisiones; esos más pequeños se mantienen lejos del combate, y los jóvenes armados deben protegerlos.
Esta imagen forma parte de la colección 'Vanishing Youth'. Los jóvenes de Sudán del Sur se dividen en pequeños grupos para robar ganado. En general, comparten las armas entre tres de ellos, y los que no pueden permitirse una o son demasiado jóvenes para luchar pero quieren unirse al grupo, llevan las provisiones; esos más pequeños se mantienen lejos del combate, y los jóvenes armados deben protegerlos. Camille Lepage

Para Asproni, no solo cualquier mujer debe estar comprometida con el feminismo, y cualquier hombre, también cualquier institución: “Ellas han sido y son verdaderas protagonistas de las historia”. A través de un discurso, una foto, una pintura o una escultura, para la ahora exdirectora del museo, el mensaje llega de forma más directa, el impacto es más fuerte y el público puede comprender mejor, y comprometerse. Algo que ya hizo la Fundación. “Creamos el hashtag #gopink con el objetivo de promover el papel y la participación de las mujeres en nuestra sociedad, a través de exposiciones, actividades y eventos”. Ese camino “especial” de los distintos museos de la organización —sobre todo del Palacio Madama, el único en Italia centrado en las mujeres— quiere estimular la reflexión sobre las cuestiones de género y colaborar con la consecución de una verdadera igualdad.

14 mujeres

Linda Dorigo, Virginie Nguyen Hoang, Jodi Hilton, Andreja Restek, Annabell Van den Berghe, Laurence Geai, Capucine Granier-Deferre, Diana Zeyneb Alhindawi, Matilde Gattoni, Shelly Kittleson, Maysun, Alison Baskerville, Monique Jaques y Camille Lepage son las 14 fotorreporteras que participan en esta exposición y que trabajan normalmente para organizaciones, periódicos y medios como Naciones Unidas o Save The Children, la BBC y la CNN, Le Monde, The New York Times, National Geographic o Time.

La fotorreportera Andreja Restek.
La fotorreportera Andreja Restek.

Una de ellas, la periodista y reportera gráfica croata Andreja Restek, fue la madre de esta idea. Vive en Turín y es la fundadora y directora del medio online APR News. Lleva más de dos décadas haciendo la mochila para documentar diferentes contextos sociales y conflictos: Siria, Ucrania, Crimea, Rusia, los Balcanes, África… “Hace 25 años comenzó la guerra en los Balcanes, de donde vengo, una guerra terrible, como todas. A menudo oía historias de personas que no la habían visto y eso me molestaba mucho. Me hice reportera entre otras razones, por esta: creo que nosotros tenemos que documentar y mostrar qué está sucediendo en el mundo con honestidad”. Hace ya más de un año se paró a pensar cuánto enriquecía a las personas el hecho de compartir experiencias, cercanas o no, y decidió reunir a unas cuantas fotoperiodistas de todo el mundo y compartir el trabajo con todo aquel que quisiera verlo.

“La actividad de los fotógrafos sigue siendo hoy, en la mente de todos, algo hecho por hombres. Pero no es la realidad, hay muchas mujeres que lo hacen con gran fuerza y coraje”, apunta Restek. Profesionales que siguen guerras y emergencias en todos los continentes, cada una desde su enfoque: “Algunas muestran la dramática verdad de la guerra con ternura, capturando momentos de la vida cotidiana. Otras son "más duras", e ilustran los aspectos más crueles de los conflictos”. Afirma que, aunque no se siente diferente respecto a sus colegas de profesión, hay situaciones en las que ellos llevan ventajas, sobre todo dentro de la realidad de los grupos extremistas. “Nosotras despertamos la confianza de forma más fácil, y cuando esto sucede, somos capaces de profundizar en nuestras historias y entrar en la vida cotidiana mejor que los compañeros masculinos”.

Vista, en marzo de 2016, de Marivan, una pequeña ciudad en el oeste de Irán, cerca de la frontera entre Irán e Irak.
Vista, en marzo de 2016, de Marivan, una pequeña ciudad en el oeste de Irán, cerca de la frontera entre Irán e Irak. Linda Dorigo

A pesar de ese detalle sabe que su trabajo suele ser más complicado por ser mujer: “Los muyahidines en Siria encontraron divertido asustarme amenazándome con matarme, convencidos de que huiría por el miedo, y un colega que estaba allí conmigo no fue amenazado. Y la primera vez que llegué a Alepo, el primer día, sin explicación, no me dejaron hacer fotos, mientras que mis compañeros hombres sí pudieron”.

Más allá de la obvia desigualdad, a Restek le gustaría ser respetada por trabajo que hace y la calidad de sus historias, y explica que, hombre o mujer, a los fotorreporteros se les suele reconocer el trabajo cuando mueren: “Este es un error que todos necesitamos corregir, necesitamos ser considerados antes, hombres o mujeres”. Esta muestra va en esa línea. Es la primera vez que varias fotógrafas se reúnen para exponer su trabajo y, aunque todas publican en medios internacionales, esto da visibilidad y fortalece: “Aunque al final, son nuestras noticias las que hablan por nosotras”.

Una de las imágenes que Granier-Deferre capturó durante el seguimiento que hizo durante varios días a la unidad de los hombres de artillería llamado 'La primera brigada eslava' en la región de Debaltsevo, entre la firma del acuerdo de alto el fuego firmado en Minsk el 15 de febrero de 2015, y justo antes de que las fuerzas pro-rusas se apoderan de la ciudad estratégica de Debaltsevo, anteriormente en manos de unos pocos miles de soldados ucranianos.
Una de las imágenes que Granier-Deferre capturó durante el seguimiento que hizo durante varios días a la unidad de los hombres de artillería llamado 'La primera brigada eslava' en la región de Debaltsevo, entre la firma del acuerdo de alto el fuego firmado en Minsk el 15 de febrero de 2015, y justo antes de que las fuerzas pro-rusas se apoderan de la ciudad estratégica de Debaltsevo, anteriormente en manos de unos pocos miles de soldados ucranianos.Capucine Granier-Deferre

Sus imágenes empezaron cuando su padre le regaló una vieja cámara rusa, una Zorki, y Restek, fascinada por el arte y la fotografía, supo que en la antigua Yugoslavia eso no iba a ser fácil. “La mentalidad de la sociedad en la que nací estaba realmente orientada a hombres y la idea de que una mujer hiciese un trabajo como el mío no era una opción. Además, era muy caro”. Cuando llegó a Italia se convirtió en lo que siempre quiso: “He estado trabajando como reportera de guerra durante unos 15 años, cuando me sentí lista para hacerlo. Porque no es suficiente ser capaz de hacer tal trabajo, tienes que estar realmente preparada en la geopolítica, conocer la historia y la cultura de los países a los que deseas ir”.

Ahora, años después, aún recuerda la primera vez que cogió una mochila y una cámara y se marchó: “Estaba muy emocionada, y mis manos temblaban, mi corazón latía rápido y estaba asustada. Todavía se usaban rollos de película y fue una noticia sobre los derechos de las mujeres”. Todavía hoy hay cosas que no cambian, sus manos aún tiemblan y su corazón sigue acelerándose. Se dijo una vez que cuando esas emociones desapareciesen, dejaría de hacer ese trabajo. Y eso aún no ha ocurrido. Ni para ella, ni para ninguna de las demás, que quieren seguir reflejando —"profesionalmente y sin engaño", dice Restek— la verdad y los momentos difíciles de las vidas rotas que se van encontrando.

Esta exposición ha sido organizada por la fotógrafa Andreja Restek, la periodista Stefanella Campana y María Paola Ruffino, curadora del Palacio Madame, con una instalación del arquitecto Diego Giachello para exhibirla. Ha sido promovida conjuntamente por la Associazione Gi.U.Li.A (Giornaliste Unite Libere Autonome) y ADCF Onlus, la Ambulanza dal Cuore Forte. Sus patrocinadores son la Banca del Piamonte, Quattrobi e Sonos, el Departamento de Cultura de Turín, la Orden de Periodistas del Piamonte, la Federación Nacional de la Estampa Italiana (FNSI), la Federación Italiana de Asociaciones Fotográficas (FIAF) y la Asociación Stampa Subalpina. Y tiene como socio mediático a La Stampa.

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Sobre la firma

Isabel Valdés
Corresponsal de género de EL PAÍS, antes pasó por Sanidad en Madrid, donde cubrió la pandemia. Está especializada en feminismo y violencia sexual y escribió 'Violadas o muertas', sobre el caso de La Manada y el movimiento feminista. Es licenciada en Periodismo por la Complutense y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS. Su segundo apellido es Aragonés.

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