El niño que cruza la calle sin mirar
Reflexiones sobre el atentado de París del que se cumplen ahora dos años
Creo que hubiera sido preferible que la revista Charlie Hebdo nunca publicara las caricaturas de Mahoma. Me hubiera gustado que esa no publicación respondiera, no a algún tipo de temor de los editores de la revista, sino a una distinta comprensión de lo que la libertad de expresión significa.
Por diferentes motivos (la buena suerte entre ellos), Europa es hoy una región más desarrollada económicamente que la mayoría de regiones donde predomina el islam. Tras haber vivido años en varios, creo firmemente que los países islámicos son más desarrollados que Europa en determinados aspectos distintos del económico.
Nuestra supremacía económica se traduce en que nuestra población es más educada y más cultivada. En ese sentido (solo en ese), nosotros los europeos vamos por delante, somos mayores, más adultos. No se puede pedir el mismo nivel de responsabilidad a un niño que a una persona mayor: Un adulto que cruza una calle sin mirar antes es más reprobable que un niño que hace lo mismo. El adulto, a diferencia del niño y por experiencia y conocimiento, debe saber que antes de cruzar una calle, uno debe asegurarse de que no vienen coches.
Los adultos explican a los niños las medidas a tomar antes de cambiar de acera. Con la paciencia necesaria que permita a estos últimos aprender. Evitando, en cualquier caso, hacer sentir humillado u ofendido al inconsciente niño: Eso sería contraproducente.
Nuestra libertad de expresión debe tener siempre presente su propia historia, siendo un apoyo para aquellas sociedades que se están desarrollando
El tiempo es algo relativo. En lo que a permisividad se refiere, algunas regiones del mundo viven hoy lo que en Europa vivimos siglos atrás: ¿Qué hubiéramos hecho en la Europa de la edad media ante una caricatura que tuviera a nuestro Dios como protagonista? Creo que en la España de la inquisición hubiéramos quemado en una hoguera a su autor.
Nuestra libertad de expresión debe tener siempre presente su propia historia. Nuestra libertad de expresión debe también actuar de manera adulta, es decir, siendo un apoyo y no lo contrario para aquellas sociedades que se están desarrollando: con respeto y con la paciencia que se le supone a un adulto.
Creo, en definitiva, que hay que hacer un uso responsable de la libertad de expresión, hay que comprender esa libertad correctamente. En este caso esto pasa por no minimizar lo que significa caricaturizar al Dios de una sociedad donde la religión está aun tan presente. Y es en ese sentido que pienso que las caricaturas de la revista Charlie Hebdo fueron desafortunadas.
Cuando los árabes se dan una cita, usan frecuentemente la expresión insh-Ala, lo que viene a significar si Alá quiere: “Nos vemos mañana, si Ala así lo quiere”. Yo no sé lo que quiere Alá, pero intuyo lo que no quiere: el Corán describe a Alá como un Dios misericordioso y pacífico. Un Dios, en cualquier caso, que nunca apoyaría los actos de barbarie cometidos en París a principio de 2015. El amoroso Dios que Alá es no apoya, seguro, ni el asesinato ni el crimen.
Yo no sé lo que quiere Alá, pero intuyo lo que no quiere: el Corán describe a Alá como un Dios misericordioso y pacífico
Condeno tajantemente, con toda la fuerza de la que dispongo, los atentados que tuvieron lugar en París en enero del 2015. Entre los deplorables objetivos que impulsaron a sus odiosos autores, seguramente figura el de sembrar el caos entre nosotros, el de dividirnos: no lo permitamos. Hasta cierto punto sería comprensible que nos dejáramos llevar por la rabia derivada de ese vil acto de terrorismo. Muchos serán seguramente los que, cegados por esa rabia, clamen venganza contra los coránicos.
Los europeos podemos enorgullecernos de estar entre las poblaciones que más éticamente han actuado en muchos ámbitos. Al menos durante las últimas décadas. No permitamos que la salvaje brutalidad de unos pocos nos confunda ahora. No dejemos que ensombrezcan nuestras acciones. Guardemos la sangre fría y diferenciemos entre aquellos que cometen o justifican deplorables atentados terroristas y el resto del pacífico pueblo musulmán. Ayudemos y permitamos a este último a seguir su trayectoria vital y alcanzar su edad adulta. Como hicimos nosotros, como haríamos con el niño que cruza la calle. Al menos hasta que el niño crezca. Puede que entonces nosotros le necesitemos a él. Y, o mucho me equivoco, o él estará ahí para echarnos la mano que entonces necesitemos.
Todo mi apoyo, todo mi profundo cariño y toda mi solidaridad a las víctimas del atentado de París del pasado 8 de enero del 2015.
Miguel Forcat Luque es economista y trabaja para la Comisión de la Unión Europea. Este artículo no refleja necesariamente el punto de vista de la institución para la que trabaja. El propósito de este artículo no compromete la responsabilidad de esta institución.
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