Estos son los peores regalos que se han hecho en Navidad
Cestas de la ropa sucia, pinzas de depilar, vibradores con purpurina... Varias personas nos revelan los objetos más absurdos que se encontraron bajo el árbol
Llámenlo mal gusto, crítica a la sociedad de consumo o simplemente crueldad, pero en Navidad recibimos ciertas cosas que ni el Grinch se molestaría en robarnos. Existen muchos detractores de estas fechas y no debería extrañarnos. Hablamos con varias personas de los peores regalos que han recibido. Historias de descreídos y lágrimas a borbotones frente al árbol. ¿Quién dijo que lo importante es la intención? Dudamos que exista algún indicio de bondad en estos presentes.
UN TRIÁNGULO (Andrés, 25) Un triángulo, instrumento musical, por el amigo invisible. Muy motivador. Un fiestón, vaya.
BARATIJA (Fran, 23) Hice una fiesta en mi casa, todos traían regalos aceptables, y entre un grupo de amigos, me regalaron una figura de los chinos en forma de animal con precio puesto. Costaba 2 euros.
ALMOHADA DE HORMIGÓN (Teresa, 24) Una tía abuela me regaló un cojín enorme y durísimo con mi nombre bordado en dorado. Inútil y hortera.
VIBRADOR INFANTIL (David, 24) Mi abuela le regaló un vibrador a mi prima de 10 años porque tenía purpurina, una cara y luces. Lo había comprado en algún puesto de la playa. La pobre mujer no sabía lo que era. Pero nunca se me olvidará el momento en el que le tocaba con él en la cara y le decía: “mira si vibra”.
DICCIONARIO (Gabriel, 22). Mis padres me pusieron un montón de cajas, tipo matrioskas. Después de unas cuantas y un montón de papel, lo único que había dentro era un diccionario de inglés.
PINZAS DE DEPILAR (Ana, 24) Me encontré unas pinzas de depilar envueltas bajo el árbol siendo eso todo mi regalo.
UN FLEXO (Sofía, 29) Mi madre estuvo comentándome durante las vísperas a la Navidad que tenía un regalo con el que podría mejorar como persona. Cedió a darme pistas diciéndome que el artículo contenía la palabra 'x'. Se me pasaron por la cabeza mil cosas. Finalmente fue un flexo. Tenía trece años. Fue horrible.
UNA SEGA EN UNA CAJA DE PLAYSTATION (Lara, 26) Mis primos me regalaron una Playstation. En realidad, me regalaron la caja con su vieja consola dentro: una sega con un único juego y un solo mando.
MUÑECA DE POSGUERRA (Nemesia, 25) Pedí a los reyes la Bratz pelirroja y me trajeron una de trapo, propia de posguerra, áspera y espantosa. La otra se había agotado y fue lo más parecido que encontraron.
FIGURILLA DE REBOTE (Clara, 23). A mi padre un amigo le regaló una figurilla súper fea (probablemente del chino). La volvió a envolver y se la regaló de nuevo al tío en las navidades siguientes.
UN IMÁN (Nadia, 30). Mi hermana me regaló un imán de Madrid cuando volvió de California por Navidad. Dijo que así era todo más divertido.
UTENSILIOS ERÓTICOS (Milagros, 58 años). Mi hija aprovechó una excursión del colegio para comprar unos utensilios de cocina eróticos y regalármelos por Navidad. A pesar de que probablemente son lo peor que me han regalado nunca, les tengo cierto cariño. Y, por cierto, mi hija está bien, gracias.
EL CESTO DE LA ROPA SUCIA (Julia, 30). No tenían nada que regalarme ni que ponerme bajo el árbol, así que empapelaron un cesto de la ropa sucia. Me dijeron que el regalo real lo habían pedido por Internet. Todavía no me ha llegado.
UN SANTO (Alexandra, 26). Siempre recordaré un amigo invisible, en el que me regalaron un 'joyero' de porcelana. Era tan feo que lloré. También tengo un tío cura, que en su cruzada evangelizadora, es muy de regalar figuras de santos, mini biblias, monederos con la Catedral de Santiago...
CORDONES (Marta, 25) Pedí unas zapatillas nuevas por Navidad, en cambio me regalaron cordones, cordones de colores fluorescentes. Supongo que para personalizar las viejas.
TENSIÓMETRO (José, 23) A mi hermano, mi padre le regaló una máquina para medir la tensión. Parece chulo, pero en realidad no lo es. Esa máquina debe dársela la empresa al trabajador, y claro, mi padre es el jefe de mi hermano, o sea, que literalmente se lo ahorró.
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