Del cielo a Madrid
El cielo de Madrid está mal pintado. Es la cúpula de un centro comercial que no termina de vender nada. Lisa, mate, falsa
El cielo de Madrid es lila. No negro ni azul oscuro ni de jirones, como los de Van Gogh. Es una lona violácea que tapa la ciudad como el cloche de un plato de gala.
Cada atardecer un gigante emplata Madrid y la ofrece a un ingente comensal que la rechaza con desdén, y a la mañana siguiente un camarero inmenso la destapa para hacer croquetas.
El cielo de Madrid es de Barrio Sésamo. En Madrid no se hace de noche, se hace de lila, y los gatos nunca llegan a ser pardos. La noche igual es joven, pero en Madrid nunca es oscura. El cielo de Madrid tiene menos estrellas que su bandera.
En Madrid da igual en qué fase esté la luna, se ve de puta madre siempre. En Madrid no puede haber playa porque el mar no sabría cuándo cambiar la marea.
El cielo de Madrid está mal pintado. Es la cúpula de un centro comercial que no termina de vender nada. Lisa, mate, falsa. El cielo de Madrid es el fake de los cielos. Parecería que, pero no. Resultó que era un paraguas sin varillas.
Puedes distinguir a un madrileño en el campo porque desde que se hace oscuro es el único que tiene el cuello tronchado y suspira: aaaaaaaaaaah, con los ojos como platos. Un madrileño no entiende dónde se desarrolla Star Wars. Un madrileño solo presencia lluvia de estrellas por la tele. La osa mayor no tiene madroño.
El cielo de Madrid se ha muerto de luz. Y como no hay estrellas, cuando vea a una alcaldesa fugaz le pediré un deseo, a ver si nos lo devuelve.
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