El matrimonio... ¡Ay!
Queridos solteros: cuando vais por la calle, ¿no notáis que hay gente que sonríe de una manera luminosa? Somos los casados
Queridos solteros: cuando vais por la calle, ¿no notáis que hay gente que sonríe de una manera luminosa? Somos los casados. Es tanta la felicidad que albergamos que se nos sale por las orejas, como suele decirse. Igual se os hace difícil de entender —y a nosotros de explicar— porque… ¡es mucha la dicha a la que renuncias con la soltería! Yo cuando quiero hablar del matrimonio me pasa como a una amiga de mi madre que nos encontramos por la calle yendo los dos de recados. Se interesó por lo que estudiábamos mis hermanos y yo. "La mayor estudia filología inglesa —empezó a decir mi madre—, el mediano fisioterapia, que tiene muchas salidas, y este —dijo mirándome— este… estudia Bellas Artes —esto último lo soltó atemperando su entusiasmo—". Entonces, la amiga oyó lo del arte y comentó: "Es que el arte… el arte… ¡AY!".
El remate fue un grito agudo y desesperado, porque eran tantos los conceptos que se le amontonaban en la mollera que fue incapaz de verbalizar nada. Y eso es exactamente lo que me pasa a mí: es que el matrimonio… el matrimonio… ¡AY!
Recuerdo mi boda, fue preciosa. Nos casamos en paracaídas con otras cuarenta parejas y, bajando, formamos el escudo del Albacete balompié. Salimos en el telediario de Antena 3 y todo porque les gusta mucho las noticias curiosas y también los golpes de calor.
Para terminar, queridos lectores, me gustaría contarles algo de mi mujer: ella tiene muy mala memoria y yo le invento recuerdos. Le digo, por ejemplo: “¿Te acuerdas cuando estuvimos en Venecia?”, y ella: “Ah… sí, sí”, y remato: “Que además nos salió muy bien de precio”. Es que esto es casi lo que más ilusión le hace.
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