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Dani Alves y su novia, la modelo Joana Sanz, como nunca los has visto

Forman una pareja irresistiblemente sexi. Ella es canaria y modelo; él, futbolista y brasileño. Aquí posan y hablan como nunca antes

Dani Alves y Joana Sanz se abrazan en exclusiva para ICON. Ella lleva un ‘culotte’ Guess y él vaqueros Levi's.
Dani Alves y Joana Sanz se abrazan en exclusiva para ICON. Ella lleva un ‘culotte’ Guess y él vaqueros Levi's.José Manual Ferrater/David Herráez

El saludo con Dani Alves es de lo más prometedor: “Ahora mismo estás hablando con Dani Alves. El único que hay. Otros jugadores tienen un personaje para cada situación, pero yo no soy así, no quiero ser así. Yo soy Dani Alves las 24 horas del día y los siete días de la semana”.

El jugador brasileño sonríe con frecuencia. La suya da la sensación de ser una sonrisa sincera, un gesto de cordialidad y cercanía que no parece impostado. Se diría que esa manera de sonreír le ha sido tan útil en su carrera como sus pies, el par de pequeños apéndices con los que consigue que el balón baile a su ritmo, el de uno de los mejores laterales derechos del mundo. En sus años en el Barcelona se ganó fama de hombre temperamental y demasiado sincero, con tendencia a enredarse en polémicas y a pisar charcos.

Pese a todo, siempre salió de los peores bretes sonriendo. A sus 33 años, y en su primera temporada en la Juventus (actuales líderes en la Liga italiana y con grandes posibilidades de alcanzar los octavos de Champions), se muestra "impulsivo pero auténtico", dicen los que presumen de conocerlo. Hablando con él se constata también que es una persona cabal, capaz de reflexionar con lucidez y sin atascarse en lugares comunes sobre lo mucho que le ha enseñado la vida desde que era un niño que daba patadas al balón en su Juazeiro natal, en el estado brasileño de Bahía.

Llega al lugar donde se ha citado con ICON Sport en compañía de su pareja, la modelo tinerfeña de 24 años Joana Sanz. Van a posar juntos y, en principio, a responder también juntos a nuestras preguntas. Se sientan, entre focos y biombos a medio montar, en un rincón del estudio del fotógrafo. Joana nos dice que está encantada con la sesión, pero que preferiría ahorrarse la entrevista: “Vosotros vais a hablar de fútbol y yo de eso no entiendo nada. Si os parece, paso adentro a que me maquillen”.

Así son los gestos de cariño de la pareja. Dani Alves lleva americana Jacob Cohën y Joana Sanz vestido Desel.
Así son los gestos de cariño de la pareja. Dani Alves lleva americana Jacob Cohën y Joana Sanz vestido Desel.José Manual Ferrater/David Herráez

Ante mi insistencia, Joana accede a quedarse unos minutos y hablar de su relación de pareja, de cómo se conocieron y de los proyectos que tienen en común. “Pero Dani podría contarte exactamente lo mismo que te diría yo. Somos almas gemelas, estamos en total sintonía y vemos la vida de la misma manera. Incluso contamos las cosas de la misma manera”. “Es cierto”, tercia su pareja, “yo siempre digo que ella es como otra versión de mí, pero en mujer, algo más joven y mucho más guapa”.

"Somos almas gemelas, estamos en total sintonía y vemos la vida de la misma manera. Incluso contamos las cosas de la misma manera", dice Joana Sanz sobre su relación

Se conocieron en una cena organizada por un amigo de Dani que estaba saliendo con una amiga de Joana. “Me gustó desde el principio”, cuenta él, “pero no me quise entusiasmar. No me gustaba del todo la idea de que fuese modelo, por el tópico ese de que todos los futbolistas acaban saliendo con modelos”. “Es cierto, tuve que perseguirle”, concede Joana con otra sonrisa. Los dos dan por bueno el tópico de que el carácter canario se parece mucho al brasileño. “Es verdad, tenemos la misma vitalidad y la misma alegría”, asegura Joana. “Los andaluces también son un poco brasileños”, apunta Alves, que sabe bien de lo que habla, porque jugó muchos años en Sevilla, “aunque creo que nunca he conocido a una española tan brasileña como Joana”. La modelo, feliz, entiende esto como un elogio y aprovecha un gesto de la maquilladora para levantarse y desaparecer. “Me voy. Ya podéis hablar de fútbol”.

Se vio envuelto en una polémica un tanto absurda cuando se grabó bromeando en las redes sociales tras una derrota de su equipo. Dices bien. Absurda. La gente confunde las cosas. Cuando necesito bromear es precisamente cuando he perdido, porque las derrotas me ponen de mal humor y, cuanto antes se me pase, mejor para todos. Antes estaré en condiciones de volver a darlo todo por el equipo. De la misma manera, también se me ha criticado por salir a tomar una copa después de perder un partido. Y, digo yo, ¿acaso no le apetece a la gente tomarse una copa con los amigos precisamente el día que está deprimido y de mal humor porque te ha ido mal en el trabajo?

Muchos aficionados asumen que a los futbolistas no se les puede medir con la misma vara que al resto de mortales. Sí, claro, porque se supone que somos unos privilegiados, ¿no?

¿Cree usted que no lo son? Sí que lo somos. Hacemos algo que nos gusta. Pero también somos seres humanos que necesitan relajarse y que tienen derecho a decir lo que piensan. Además, todo es muy relativo. Se supone que estamos en deuda con el mundo porque somos ricos y famosos, pero tampoco creo que ganemos tanto dinero.

¿No? No en proporción a lo que generamos. El fútbol es el deporte que más dinero mueve a nivel mundial. Ni siquiera la NBA puede compararse, pero LeBron James gana mucho más dinero que Leo Messi. Y yo, menos que jugadores de otros deportes que no tienen la repercusión mundial que yo tengo.

“Me han criticado por salir a tomar una copa tras una derrota. ¿Acaso a la gente no le apetece ir a tomarla cuando le ha ido mal en el trabajo?”

Dicho así, puede sonar políticamente incorrecto. Pero yo soy sincero. Y no me importa la corrección política. Muchos aficionados sienten que los futbolistas ganan demasiado porque ellos, en comparación, ganan mucho menos. Tal vez el problema sea que un médico o un barrendero reciben mucho menos dinero del que merecen, no que a los futbolistas se les pague demasiado.

¿Le van a echar de menos en el Barcelona? Espero que no. Les deseo lo mejor. Espero, eso sí, que se acuerden de mí y que sepan que siempre me esforcé al máximo por esa camiseta. Y déjame que añada algo.

Por supuesto. Cuando hablé antes de barrenderos, lo hice por poner un ejemplo, pero no porque piense que lo que hacen no es importante o merece menos respeto. Una de las cosas que me inculcaron mis padres es que cada uno tiene su función en la sociedad y que todos merecemos respeto.

¿Impresiona ver jugar a Messi con la camiseta de tu equipo? No, no especialmente.

Pero estará de acuerdo en que se trata de algo excepcional, uno de los mejores jugadores de la historia, si no el mejor. Claro. Lo sé, y estoy de acuerdo. Pero, para mí, Leo era un compañero más que hacía grandes cosas en el campo y que las hacía para nosotros, para ayudarnos a ganar. Eso me gusta pero no me impresiona. Es parte del trabajo. De Leo me impresionan otras cosas, como lo estupendo que es como padre.

Joana posa con vestido Dsquared2 y sandalias Carolina Herrera. Dani lleva camisa Dsquared2 y pantalón vaquero Levi’s.
Joana posa con vestido Dsquared2 y sandalias Carolina Herrera. Dani lleva camisa Dsquared2 y pantalón vaquero Levi’s.José Manual Ferrater/David Herráez

¿Nunca disfruta, como aficionado al fútbol, de lo que Leo es capaz de hacer? Es que yo no veo el fútbol como un aficionado. Soy un profesional que quiere ganar. Pero entiendo la pregunta y voy a intentar contestarla. Cuando me retire, veré vídeos de Leo Messi y seguro que pensaré: “Qué maravilla, cuánto talento”. Y dentro de muchos años, enseñaré fotos de Messi a mis nietos y les diré: “Mirad, este es el mejor futbolista de la historia y este que está a su lado soy yo. Yo también salgo en la foto”.

¿Es cierto que su padre, Domingos Alves, era un futbolista magnífico? Sí, era un fenómeno. Tenía una técnica exquisita y amaba el fútbol, pero nunca fue profesional. Nunca salió de Juazeiro.

¿Qué tiene usted que no tuviese él? El físico, sobre todo. Creo que la técnica la heredé de él. Y no sé si tengo tanta como él tuvo.

¿Le tocó hacer realidad el sueño su padre? Sí. Cuando a los 18 años debuté en el primer equipo del Esporte Clube Bahia pensé: “Esto va por mí, pero también por mi padre”. Era mi sueño, pero también el suyo.

“Se supone que estamos en deuda con el mundo porque somos ricos y famosos, pero tampoco creo que ganemos tanto”

¿Se sintió entonces un profesional, sintió que el fútbol iba a ser el centro de su vida? Aún no. Sentí que había dado un paso importante, pero seguía siendo un juvenil que jugaba de vez en cuando con el primer equipo y que cobraba muy poco dinero. Empecé a sentirme un profesional cuando me fichó el Sevilla y me vine a Europa. Ese fue para mí el gran salto.

¿Le costó adaptarse al fútbol europeo? ¿Se le hizo difícil acabar de crecer tan lejos de casa? Empecé jugando y pensé que todo iba a ser muy fácil para mí. Pero luego cambiaron las cosas. Llegó otro entrenador y me encontré en el banquillo y recibiendo críticas por mi falta de adaptación al equipo. Entendí que iba a tener que esforzarme más. Nada que de verdad valga la pena es fácil.

¿Diría que aprendió en Sevilla la cultura del esfuerzo? Sí, hasta cierto punto. Nunca he sido perezoso, siempre lo he dado todo, en el fútbol y en la vida. Pero en Sevilla entendí que el fútbol europeo tiene un alto nivel de exigencia y que no bastaba con mis cualidades físicas y técnicas para destacar aquí. Tenía que progresar, crecer como jugador. Y lo conseguí.

Creció al ritmo de un equipo que acabó siendo formidable. Sin duda. Ese Sevilla ganó varios títulos, estuvo a punto de ganar la Liga e incluso fuimos durante dos años el mejor equipo del mundo según la clasificación de la FIFA.

¿Qué se siente al haber formado parte de un equipo como el Barcelona de Josep Guardiola, que muchos consideran uno de los mejores de la historia? Orgullo. Recuerdo el 5-0 al Real Madrid en la segunda temporada de Pep [29 de noviembre de 2010], la manera en que nos mirábamos unos a otros, felices, casi sin acabar de creérnoslo, conscientes de que estábamos haciendo algo grande, que le estábamos enseñando al mundo de lo que éramos capaces, nuestro fútbol, la idea que habíamos trabajado juntos.

El jugador de la Juventus viste pantalón Versace y zapatillas Nike Air Max.
El jugador de la Juventus viste pantalón Versace y zapatillas Nike Air Max.José Manual Ferrater/David Herráez

¿Es ese el partido por el que le gustaría ser recordado? En el Mundial Sub-20 de Emiratos Árabes, en 2003, hice partidos fabulosos. En uno de ellos, mis compañeros me sacaron a hombros. Pocas veces me he sentido tan a gusto en un campo de fútbol. Pero con aquel Barça hicimos cosas increíbles.

¿Era consciente, en su etapa en Barcelona, de que había aterrizado en un club por el que habían pasado leyendas brasileñas como Romario, Rivaldo, Ronaldo, Ronaldinho…? Claro que sí. Y era una gran responsabilidad para mí, por supuesto. Pero siempre conservé la confianza en mí mismo y pensé que las cosas me iban a salir bien, que yo también podía ser una leyenda del Barcelona.

¿Cuáles son sus mejores recuerdos al margen del fútbol? Hay muchos. Pero creo que me quedo con el nacimiento de mis hijos [tiene dos, de ocho y diez años, de una relación que finalizó en 2011] y con algunos momentos que he compartido con Joana.

¿Le gustaría que alguno de sus hijos fuese futbolista? Me es indiferente. Les apoyaré en lo que elijan. Pero, en cuanto tengan claro lo que quieren ser, les exigiré que pongan en ello, sea el fútbol, el periodismo o el derecho, el mismo esfuerzo que he puesto yo en el fútbol. Porque la vida es una lucha y sin esfuerzo no se consigue nada.

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