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PORQUE LO DIGO YO
Columna
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Aquí, sufriendo

Creo que vacaciones (lo conseguí un par de veces) significa comer cuando tienes hambre, y dormir cuando tienes sueño

cordon press

Tengo pocas vacaciones. Porque me encanta mi trabajo, para empezar. Porque cuando trabajas para el asueto de los demás su tiempo libre es tu jornada laboral: el calendario de un cómico es un sarampión, mil puntos rojos aleatorios que hacen muy difícil planificar y tener pareja (esto último es una muestra de regalo, plim). Y porque he desarrollado lo que llamo el síndrome de posguerra: aunque ahora tenga una racha magnífica nunca sé cuándo volveré a trabajar, así que me atraco a decir a todo que sí, por si la vaca flaca se me instala en casa y no la saco ni con geos.

Por estas tres razones mis periodos vacacionales son cortos, marcianos e intensos: me paso todo el tiempo mentalizándome de que estoy de vacaciones, pero no consigo relajarme si todo el tiempo me esfuerzo por relajarme, porque relajarse debe sustraerse del esfuerzo, pero no tengo tiempo, así que me esfuerzo por no esforzarme hasta que vuelvo al trabajo con una sensación de imbécil sideral.

Los días libres corren cosa mala en comparación con el resto del año… No me estoy ganando el Nobel con esta reflexión de todo a cien, ya lo sé.

Pero este año he visto la luz: estar de vacaciones no es hacer muchas cosas, ni quedarse varado como un cetáceo en una colchoneta. Creo que vacaciones (lo conseguí un par de veces) significa comer cuando tienes hambre, y dormir cuando tienes sueño. Todo lo demás son bisuterías de la diversión en la que nos enroscamos para tener después fotos que colgar en Instagram con el chascarrillo obligatorio “Aquí, sufriendo”.

Yo no sufriré más. Creo (creo) que por fin sé cómo irme de vacaciones.

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