Las mujeres paran Buenos Aires por una hora
Vestidas de negro realizan una huelga contra la violencia machista
Las oficinas, la vía pública, los ministerios, las pantallas de televisión. En todos esos sitios se gesta y reproduce la violencia machista en Argentina. Pero existe un ámbito en el que los abusos y la relación de poder ejercida en perjuicio de la mujer está a la orden del día: el subte, o metro, al punto que se ha debatido reservar vagones exclusivos para las mujeres. La línea A, la más antigua de Sudamérica fundada en 1913, fue escenario de un hecho aberrante hace un año atrás: un hombre se masturbó en la falda de una mujer que viajaba a su lado. Los pasajeros, al divisar la acción, lo bajaron de la formación a los golpes y el agresor fue detenido por la policía.
Ese fue solo un ejemplo de los numerosos hechos aberrantes que se suceden en la vía pública a diario. Es por esto que las trabajadoras de la Línea A han decidido interrumpir su labor durante una hora y replegarse al repudio general. Son más de 900 las mujeres que trabajan en el metro de Buenos Aires sobre un total de 2.200 empleados, y que son testigo del acoso entre pasajeros y por parte de algunos de sus compañeros. Además, si bien en los últimos años, las mujeres han accedido a cargos que antes sólo eran reservados para hombres como guardas, conductores y maniobristas, todavía no acceden a las áreas técnicas y a los turnos nocturnos.
“Como guarda me pasó que se me subiera un hombre en la cabina con el tren en movimiento. Me dijo ‘viajo con vos’. Me sentí en una situación muy vulnerable y estoy seguro de que si no fuera mujer no me hubiese sucedido esto, tuve que accionar el freno de emergencia”, recuerda Marta. “Socialmente está naturalizado y creen que nos gusta que cuando el tren arranca nos comenten ‘que linda que sos o que buena que estas’ pero eso no esta bueno. Estas trabajando y tenes tipos que te miran y te dicen cosas. No son cosas que le pasen a los varones”, reflexiona Milagros, otra trabajadora.
“La convivencia en el subte es igual a la de todos los sectores donde socializamos”, reflexiona Karina Nicoletta, secretaria de género de la Asociación Gremial de Trabajadores de Subte y Premetro (AGTSyP). “Hay muchas situaciones que se dan con los usuarios y entre los propios usuarios. Hay acoso sexual, abuso y violencia hacia las compañeras. También ocurre que hay muchas trabajadoras que atraviesan situaciones de violencia de género en sus familias y el sindicato brinda un apoyo”, cuenta la mujer, quien celebra la disposición de la licencia por violencia de género: “Era muy necesaria porque no nos permitía abordar el problema como es, porque las víctimas tenían que recurrir a licencias médicas o psiquiátricas y necesitábamos que se pusiera en palabras lo que realmente venía sucediendo”.
“Me cerraste la puerta rubia”; “bueno mi amor no importa, me subo ahí y viajo con vos”; “¿Hay lugar ahí atrás?”; “conchuda por tu culpa llego tarde”; “ya vas a ver hija de puta”; “cuando llegues a cabecera vas a ver”; desde “te chupo toda hasta un simple que linda que sos”. Las mujeres que conversaron con EL PAÍS enumeran la lista de expresiones machistas que tienen que soportar en la cotidianeidad de su trabajo, un lugar y una situación en la que no eligieron estar. Es por ello que decidieron utilizaron un crespón negro ante la imposibilidad de cambiar el uniforme exigido por la empresa. “Es importante remarcar que la conciencia la tenemos que tomar tanto varones como mujeres. Este es nuestro laburo, tenemos que venir todos los días y es necesario criar a nuestros hijos e hijas con otra conciencia, con otro poder. Hoy estamos de luto”, resume Milagros antes de volver a su tarea.
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