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Tentaciones
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¿Es Jorge Javier Vázquez el problema de Gran Hermano?

Esta edición no ha conseguido ser ni la segunda opción de la noche, el casting ya fue un 'fail' total y actualmente solamente hay dos tramas en la casa (para diecisiete concursantes) ¿Será el fin de una era?

'¿Pero qué está pasando con Gran Hermano?'. Imaginamos el pánico corriendo por los pasillos de Mediaset ante los datos de audiencia de la última gala. Ni siquiera con toda la carne en el asados, el programa ha conseguido superar la barrera del 20% de share. Tres exconcursantes rescatadas del olvido, dos expulsiones, un abandono y todo quedó en un 'triste' 19%. Datos más que suficientes para otros formatos, pero poco esperanzadores para una maquinaria como la de GH. Las mentes pensantes de la organización, tras el pobre estreno y los preocupantes datos del Debate y el Límite 48H llamaron a la puerta incluso de María José Galera, la primera expulsada de la historia del reality. No sabían, claro, que también acabarían viviendo el abandono voluntario de Pablo, el expulsado, viendo el percal que se le venía encima rodeado de Amor, Maite -la sensación de la edición anterior- y la propia Galera. Drama en estado puro.

Anoche, GH volvió a ejercer de valedor de la moral patria. La organización, como ya hiciese con Los Chunguitos y Argi, aquella concursante que osó nombrar a ETA en la casa, expulsó de forma disciplinaria a Álvaro por sus comentarios machistas, homófobos y sobre el maltrato animal. Eso sí, que la polémica no empañe el share. Podrían haberle expulsado de tapadillo, respondiendo a las firmas en la petición en change.org y el clamor de las redes sociales -que se encienden constantemente-, pero, claro, ¿y perder la oportunidad de reavivar la audiencia cebando el tema durante toda la semana y ejecutando en directo? ¡Por ahí sí que no! Álvaro se fue delante de 'toda España'. Pero ni con esas llegó a igualar los datos de espectadores que dejó Mercedes Milá. En serio, ¿qué está pasando con Gran Hermano? ¿Por qué esta edición no ha conseguido despegar con la misma rapidez que las anteriores? ¿Se avecina el fin de una era? Bueno, igual no tanto.

Las redes sociales y los exconcursantes del formato han tenido claro quién es el culpable de todo: Jorge Javier Vázquez. Nada más sencillo que echarle el marrón al nuevo para tapar cualquier otro defecto. Y sí, Jorge Javier no es Mercedes Milá, ni lleva dieciséis años presentando el formato, pero tampoco seamos injustos. El papel de Jorge Javier ha sido correcto. Tal vez demasiado constreñido en las primeras galas para lo que nos tiene acostumbrados -¡qué alguien le deje improvisar, por favor!- y con cierta falta de rodaje con los concursantes, pero nada más. Milá aderezaba el aburrimiento de leer un guión eterno con salidas de tono, algún que otro grito y el bagaje de saberlo todo sobre 'GH', pero ya. El problema, sin duda, está en otros aspectos:

El casting es un 'fail' total Ahora mismo tan solo hay una trama en la casa. Bueno, dos. El tupé falso de uno de los concursantes -¿se lo quita? ¿no se lo quita?- y una incipiente pareja que se ha dado unos besos. Y ya. Diecisiete concursante para esto. Hay algunos de los que ni conocemos su cara. Haber apostado por perfiles tan idénticos hace que todo quede demasiado diluido. Ya ocurrió en otras ediciones del reality y aseguraron que no iban a volver a caer en lo mismo. Pues nada, aquí lo tenemos. Todos los chicos con jóvenes, morenos y con tono muscular y todas las chicas son jóvenes, morenas y de larga melena. Destacan cuatro -el del tupé, el de la barba, la youtuber y el que llora- y con esos nos hemos quedado. Ojalá se anime, porque esto pinta mal.

La tecnología nunca funciona en 'GH' Cuando se quieren poner estupendos, el asunto no encaja. Para inaugurar esta edición decidieron tirar de cromas y 'realidad virtual' -que no era ni realidad, ni virtual- y fue un desastre. No salió bien y no dio el pego. ¿Qué necesidad había? Ocurrió lo mismo cuando se empeñaron en colocar una casa inclinada y una caída libre que terminó con el participante en el hospital. El público está ya más que acostumbrado a cosas mejores y no sirve como reclamo para tenerles pegados al sofá. Mejor apostar por algo fácil como 'guardar un secreto'. En 'GH16' funcionó. ¿Se les ha olvidado ya?

Todos los chicos con jóvenes, morenos y con tono muscular y todas las chicas son jóvenes, morenas y de larga melena

¿Para qué hacerlo difícil cuando puede ser fácil? La gracia de la primera gala estuvo, se supone, en mentir a cada participante, haciéndole creer algo que no era real -que Mercedes Milá seguía presentando, que no eran concursantes oficiales, etc-. Demasiada complicación para resolverlo todo antes incluso de empezar. Lo mismo ocurre con 'el club', el invento de este año. Un espacio VIP para un concursante con ciertas prerrogativas. Muy bien. ¿Alguien ha entendido para qué sirve? Nosotros todavía no. Apostar por asuntos sencillos siempre sale mejor. Que sean los concursantes los que muevan la casa y no el público el que acabe perdiéndose. Todavía no les ha quedado claro.

¿Hoy también hay 'GH'?

Cuando una edición de 'GH' funciona -como la de famosos donde participó Belén Esteban- tiene lógica alargar al máximo el invento. De ahí la pseudogala del martes, destinada a avivar el concurso y, de paso, llenar otro 'prime time'. Pero si ocurre como en esta edición, donde no pasa nada, ¿para qué queremos tres entregas del mismo programa? Y sobre todo, cuando no consiguen ni ser la segunda opción de la noche. Igual tenemos demasiado 'Gran Hermano'. Ale, ¡ya lo hemos soltado! Seguro que terminaremos enganchándonos y arrepintiéndonos.

La omnipresencia de Jorge Javier No es que haber apostado por Jorge Javier Vázquez como sustituto de Mercedes Milá sea un error por ser quién es, sino por las consecuencias que tiene para la cadena. El presentador tiene carisma, tirón mediático y profesionalidad a raudales -el mejor del momento, sin duda-, perfecto para llevar un monstruo como 'GH'. Pero su elección ha supuesto unificar tres formados muy distintos con la misma cara: 'Sálvame', 'Supervivientes' y 'Gran Hermano'. Ahora, todo nos parece lo mismo. Y puede que ahí esté, en realidad, el trasfondo de la queja de los fans. Quieren sentirse especiales -tan solo hay que echar un vistazo a twitter- y con este cambio, no lo son. Era el momento de arriesgas. Lástima que las televisiones se han acostumbrado a rendirse ante el miedo.

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