_
_
_
_
Porque lo digo yo
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Más vale nunca que tarde

Así ha sido toda mi vida. Podía haber hecho tanto y no hice nada. Solo se me hizo tarde

Guillermo de Inglaterra y Kate Middleton.
Guillermo de Inglaterra y Kate Middleton.Max Mumby/Indigo (Getty Images)
Xavi Sancho

Empecé a redactar la columna definitiva sobre lo que significa para la humanidad el divorcio de Angelina y Brad. Escribí Brad antes que Angelina. Y pensé: no me cuesta nada invertir el orden. Al perder el hilo con el tema de la secuencia de los nombres, mi cabeza decidió que el tema era muy obvio. Entonces, mi hígado convocó asamblea. Salió que esta columna versaría sobre indigenismo, colonialismo y realeza británica, a raíz de la visita de los duques Kate y Guillermo (las duquesas primero) a Canadá y la emboscada que las autoridades locales les tienen preparada: deberán enfrentarse en acto oficial a los desmanes coloniales de sus mayores y pedir perdón por el hecho de que lo único bueno que dio el Imperio Británico fue Kipling. Iba a entrar a lo loco a decir que, aunque sea hombre, blanco y de supuesta clase media en un país parte meridional, parte occidental, no voy a responsabilizarme por lo que hicieron militares, realeza, usureros, traficantes y cortesanos de mi país (sea este el que sea, les dejo elegir) hace varios siglos. Tampoco me voy a poner a escuchar cumbia villera para hacer las paces con los damnificados por Hernán Cortés, pues tiene mucho menos que ver con lo que soy y con lo que he crecido que la música de niñatos blancos amargados por el clima y el capitalismo que me gusta. Y arranqué otro tema que ya ni recuerdo. Y me atacó una abeja. Salí corriendo. Al volver a sentarme en la terraza al borde de una piscina menorquina desde la que escribo esto, decidí que hoy iba a disertar alrededor de la cobardía y sus bondades. Entonces levanté la mirada y vi (y escuché) que todos los que me rodeaban eran abuelos ingleses vestidos como yo. Pensé: lo tengo, voy a hablar de cómo nos gusta que todo sea viejo -de verdad o nuevoviejo, como los bares de moda que se quedaron en 2010- menos nosotros mismos.

Y así ha sido toda mi vida. Podía haber hecho tanto y no hice nada. Solo se me hizo tarde.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Xavi Sancho
Forma parte del equipo de El País Semanal. Antes fue redactor jefe de Icon. Cursó Ciencias de la Información en la Universitat Autónoma de Barcelona.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_