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CLAVES
Columna
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La carga del voto

Las encuestas muestran que los votantes no han sucumbido al pesimismo sobre el futuro político del país

Sandra León
Jornada de votación en las elecciones del 26-J.
Jornada de votación en las elecciones del 26-J.Juan Carlos Toro

La sensación de agotamiento que genera volver a hablar de elecciones contrasta con la buena consideración de la que han gozado las urnas en nuestro país. En España votar está bien visto socialmente, y prueba de ello es que entre las generales de 1996 y de 2015 la participación electoral declarada en las encuestas fue, en promedio, más de 13 puntos superior a la real. Además, los ciudadanos tienen una alta concepción del voto: la mayoría de ellos cree que su papeleta puede influir en el resultado de las elecciones y que su participación contribuye a sostener la democracia.

Sin embargo, cualquiera que piense en el devenir político del país se preguntará si, a base de devolver la pelota a los votantes para que resuelvan el bloqueo institucional, el acto de votar puede perder parte de la transcendencia que hasta ahora le otorgaba la opinión pública.

Tal conjetura no se fundamenta tanto en la desilusión acumulada desde enero como en la incertidumbre política. Las encuestas muestran que los votantes no han sucumbido al pesimismo sobre el futuro político del país y siguen pensando que lo mejor es un sistema multipartidista. Pero casi un 30% es incapaz de valorar cómo será la situación política futura (cifra ocho punto superior a hace un año), seguramente porque nada de lo acontecido desde enero ha contribuido a despejar los principales interrogantes que surgieron tras el 20-D.

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El pasado diciembre los ciudadanos votaron sin saber qué coalición acabarían favoreciendo con su voto. Se suponía que a principios de año la formación de Gobierno les permitiría aprender qué acuerdos eran más probables. Y que el devenir de la legislatura les informaría sobre el grado de resistencia de esas alianzas. Pero el aprendizaje no se ha producido y el bloqueo político no ha resuelto duda alguna, excepto la de saber a quién no apoyará cada partido.

El resultado es la retirada a la abstención de una parte del electorado que votó en el pasado. Unos frustrados. Otros indecisos. Y quizás una mayoría extrañada de sentir por primera vez que el voto es una carga. Una responsabilidad que no les corresponde.

@Sandraleon_

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