Erdogan, desbocado
Antes incluso de mover sus tropas para fingir un golpe de Estado, Erdogan ya había comenzado a detener a magistrados, maestros y periodistas, encarcelados hoy por docenas de miles. Pero todavía ha tenido el valor de protestar por la “falta de libertad de expresión” en Alemania, donde hay tres millones de turcos y cuyo Tribunal Constitucional prohibió, para evitar disturbios, unas pantallas gigantes en la manifestación que él montó allí para apoyar su autogolpe “en defensa de la democracia”. Este cada vez más desbocado islamista está agrediendo a muerte —pena que quiere restaurar oficialmente— a cuantos no participan de su fanatismo.— Darío Grégoris Nieto. Madrid.
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