Lobo
Quizá sea algo que nuestro reglamento jurídico no puede dejar pasar, pero de verdad, señor funcionario, juez, notario, había muchas cosas que hacer y mucha justicia que impartir
Nos han tenido días ansiosos de saber la resolución. Ha costado, pero al fin ese niño por el que todos velábamos se va a llamar Lobo. Aunque, discúlpeme, señor funcionario, juez, notario: ese chiquillo se iba a llamar Lobo. Lo quisiera usted o no.
No creo que haya una sola persona en España que haya entendido de qué iba todo esto. Yo no lo pillo, pero imagino que los padres del pequeño Lobo deben de estar flipando todavía. Qué bien poder referirse a él así, como ellos querían, qué bien que usted no haya usado su potestad (que tampoco entiendo) para llamarle Pepe o Kevin Costner de Jesús. Podría comprenderlo si se hubieran emperrado en llamar al muchacho Adolfhitler o (como en un caso francés del que supe) Diarrheé. Pero, ¿Lobo? ¿Por qué? ¿Porque, como dice la versión oficial, es apellido? Mala excusa: desde León a Juan, Andrés, Alba, Lázaro… ¿O es que al niño no le va a gustar? No creo que para todos los Judas/Dolores/Angustias su nombre sea plato de gusto. ¿Será que tiene un punto demasiado original para usted? Entonces sí valen nombres como Kala o Zeus. ¿Será porque esos otros son hijos de famosos, de poderosos, y este un chiquillo normal? Si es que, de hecho, en España hay niños normales que se llaman Goku… y hasta otro Lobo, de 13 años.
Se va a llamar Lobo. Si los padres se dirigen a él así: ¿quiénes somos usted y yo para hacerlo de otra manera? ¿Es esta de verdad una cuestión de ley? Quizá sea algo que nuestro reglamento jurídico no puede dejar pasar, pero de verdad, señor funcionario, juez, notario, había muchas cosas que hacer y mucha justicia que impartir. Alguna, hasta importante.
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