Sin publicidad para el terrorismo
En muchos sentidos, un acto terrorista tiene la dimensión de su difusión. Que el Daesh o Al Qaeda rivalicen por la autoría de cada matanza debería ilustrarnos sobre la importancia que le conceden a la publicidad de sus actos. Ahora que está claro que hay que combatir al terrorismo en todos sus frentes, ¿qué tal abrir también el frente informativo y acabar de una vez con la publicidad de sus actividades? Dejemos al mal sin bandera ni propaganda, y reduzcamos sus actos a lo que realmente son: pura maldad. Parece claro que la impresionante difusión de cada atentado no hace sino incentivar el siguiente.— Pablo González Caballero. Madrid.
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