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HARRY PATTER
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

‘Vacaciones’ | Bebés en verano

Solo con plantearnos irnos de casa 15 días ya me siento como Frodo teniendo que ir a Mordor

Las historias con base mítica o los gurús vendemotos suelen decir que “no importa el destino, sino el camino” . Quizá si vas a Formentera a encontrarte a ti mismo, vale. Pero viajando con niños ya te digo yo que si el destino no importa, te quedas en casa, porque el viaje será una odisea.

Por supuesto que en muchos países hay niños nómadas que viajan horas bajo el sol colgados de la trenza de su madre sin crema ni una gorra protectora, pero yo soy de los primerizos que para dar una vuelta por el barrio se lleva la bolsa con todo lo de “por si acaso”, la cartilla sanitaria, y tres botellas de agua para evitar deshidrataciones. Así que solo con plantearnos irnos de casa 15 días ya me siento como Frodo teniendo que ir a Mordor.

En las próximas columnas haremos un poco de “Teo va a…” para estudiar los agobios de llevar al niño a la playa, en avión o al hiperespacio. Pero hoy me gustaría detenerme en una opción más plácida y barata. Quedarnos en La Comarca.

En vez de estresarnos con ver mundo (o apartamento) para que el bebé cambie de aires, usemos otra frase sudada: “no sufras por lo que te falta, alégrate por lo que ya tienes”, que son vacaciones con bebé.

Pon las noticias y atorméntate con todas las retenciones en carreteras. Después admira la comodidad de tu comedor, sin peajes ni bocinazos ni camiones acosando (a menos que le hayas comprado uno a tu bebé y lo esté estrellando contra tu pierna). Aunque no tengáis aire acondicionado, la ventana abierta te sabrá a gloria.

Piensa en lo que cuesta en temporada alta un hotel 4 estrellas. Que total, la mejor suite es como vuestro dormitorio pero más ordenado, y tu nevera es el triple de grande que el mejor minibar. Llénala de bebidas a precio de supermercado, compra tres albornoces (que no necesitarás robar porque ya son tuyos), y dormid los tres una siesta loca de tres horas que hace meses que ansiáis.

O mejor: id al aeropuerto a pasar el día, que hay aire acondicionado, y sentaos en un banco con cacahuetes y biberón frío a ver cómo otros hacen cola, se enfadan con los de Vueling, se gritan entre ellos porque se han dejado el pasaporte o son inspeccionados por los de Ryanair para cobrarles exceso de equipaje. Quizá esa gente vaya a Nueva York a ser muy cool, pero ahora mismo, sin tener que facturar ni tragarte horas de vuelo con el bebé, eres más feliz que ellos.

Y sobre todo, haz como la mayoría: finge tu felicidad. Solo necesitas una cámara, unas copas con sombrilla enana y el bebé con ropita veraniega, todos mirando a cámara sonrientes, y añadirle “aquí sufriendo” o “qué duro es el veraniqui”. Con el filtro de Instagram adecuado, la puedes hacer en el bar chino de la esquina y parecerá un Resort de Hawai. (Aunque procura que no salga la tragaperras, que le quita glamour).

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