El pastor más joven del encierro no es un novato. Desde hace 11 años Víctor Navas se lanza a la carrera armado solamente con una vara para acompañar a la torada en su recorrido por las calles de Pamplona. “Proteger a los toros es lo más”, a la vez que intenta evitar que algunos corredores se conviertan en un riesgo para sí mismos, los demás y los propios animales. Lejos de vivirlo como una rutina, cada encierro se aplica en cuidar al toro con mayor pasión.Luis AzanzaEs mejor no preguntarle al pamplonés Felipe Marín cuánto duerme estos días. Este gaitero comienza a hacer sonar este tradicional instrumento a las 6.45 con las dianas que recorren cada día las calles del Casco Antiguo de Pamplona. Aunque en origen su objetivo era despertar a los durmientes, hoy, sobre todo, van recogiendo con su alegre sonido a los trasnochadores. Para Marín, que no le pesa el robar horas al sueño, este comienzo del día es lo más bonito de los Sanfermines: “Que los mozos y mozas bailen antes del encierro para hacer la espera más corta”.Luis AzanzaSon dos amigos santanderinos que han crecido viendo el encierro por la televisión en su ciudad natal. Daniel Rodríguez y Jaime Gómez contaban los años que les quedaban para tener edad suficiente para poder ponerse delante de los toros. Ahora siempre se escapan uno o dos días a San Fermín para sentir la fuerza de estos animales a la carrera. “La adrenalina y la emoción que nos da correr el encierro de Pamplona nos sirve para todo el año”.Luis AzanzaJone Guindo nunca olvidará estos Sanfermines. Este es su primer año en la comparsa de Gigantes y Cabezudos, unas figuras más que centenarias que despiertan auténtica adoración entre pequeños y grandes. Guindo es la mujer que está dentro de la “cabezuda” conocida como la Abuela. Sintió una intensa emoción cuando le ofrecieron esta oportunidad, aunque reconoce que se lo pensó mucho porque es madre y la conciliación en Sanfermines supone un reto. Pero los esfuerzos por ajustar horarios y el cansancio de cargar con 14 kilos desaparecen cuando se encuentra con mirada de los niños. “Veo cómo pasan del miedo a la felicidad y al cariño”. Es la pureza de la infancia.Luis AzanzaDesde hace 47 años, Leopoldo Granquist no se pierde unos Sanfermines. Fue un compañero de oficina de este sueco que habita en el archipiélago de Estocolmo quien en 1969 le comentó que estaba preparando un viaje para venir “a la gran fiesta”. Decidió apuntarse a algo que le cambiaría la vida, porque en Pamplona conoció a la que es su esposa. Ahora los dos disfrutan del gran ambiente de la ciudad como miembros de la peña sueca, una de las primeras agrupaciones de extranjeros que hicieron suyas estas fiestas universales. Y que tiene incluso su propio pasacalles compuesto por el maestro Turrillas.Luis AzanzaUno de los secretos a voces es que quienes no apuestan solo por la fiesta nocturna descubren trocitos del corazón de Pamplona a la luz del sol. Uno de ellos es la procesión dedicada al santo que le da nombre, San Fermín. Allí, misterio y devoción se encuentran en los saltos de un zaldiko maldiko, un caballito al que Unai Armendáriz da vida. Una figura que se remonta a 1627 y que fue recuperada hace siete años. “Es la magia de antaño”, explica Armendáriz, que baila y corre ante el cortejo. Un gran momento de las fiestas antiguo y nuevo a la vez.Luis Azanza
