La sombra como cobijo
FOTO: Pedro Pegenaute
La zona alta de Barcelona ha sembrado de viviendas la falda del Tibidabo. La normativa obliga a integrar construcción y paisaje pero no siempre se consigue con la misma intensidad. Esta vivienda, levantada por los arquitectos del estudio PMMT debía aprovechar la huella de una casa unifamiliar existente, mezclarse con la vegetación, salvar un gran desnivel y conseguir sombra y privacidad, que era lo que solicitaban los clientes.
La intimidad se preservó haciendo que en las tres alturas de la vivienda las estancias vuelquen sus vistas hacia la fachada posterior. Una piel de cerámica vitrificada busca integrar el nuevo inmueble con la técnica del camuflaje. Protección e integración.
La piel, protege, camufla y deja pasar la luz.
Un patio central hace el resto. Articula todas las estancias gracias a un pasillo perimetral, las ilumina, permite sus vistas cruzadas y contiene la escalera que las comunica.
La distribución clásica –zona de estar y cocina en la planta baja, dormitorios en la intermedia y estudio en la superior- queda coronada por una terraza en la que el mismo cerramiento cerámico se convierte en pérgola.
La celosía cerámica teje una envolvente continua con piezas vitrificadas coloreadas en cuatro tonos de verde montadas sobre un tejido alámbrico colgado de acero inoxidable. Los arquitectos Patricio Martínez y Maximià Tarruella consideran que su celosía resuelve cuatro elementos: fachada, pérgola, sombreado y cubierta que tradicionalmente se trabajan por separado. Bajo la celosía, otra fachada de lamas machihembradas de madera de castaño vela por mantener el equilibrio entre la privacidad y las vistas con aberturas dotadas de un sistema de lamas ocultas orientables de aluminio que confiere al usuario el control sobre la incidencia solar en el interior de la vivienda.
Precio por metro cuadrado según los arquitectos: 1.000 euros.
Babelia
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