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Banderilleros mayores de edad y con estudios

Los diputados portugueses debaten limitaciones para participar en espectáculos taurinos

Una corrida de toros en Portugal, con los tradicionales forcados.
Una corrida de toros en Portugal, con los tradicionales forcados.Jose Manuel Ribeiro (Reuters)

En Portugal no se mata al animal en los festejos taurinos, pero eso no anula la pasión parlamentaria por regular este tipo de espectáculos. El pasado año ya se legisló sobre la participación de los jóvenes. Sin que nadie de la Cámara votara en contra, se limitó la actividad a los mayores de 16 años, dejando abierta la posibilidad a edades más tempranas si había permiso paterno o del Consejo de Protección de la Infancia. El interés taurino, sin embargo, ha vuelto con una batería de nuevas propuestas normativas.

El único diputado del PAN, que ya ha visto rechazada su idea de subir el IVA de esos espectáculos, quiere que solo puedan participar en las touradas los mayores de 18 años; el Bloque de Izquierda, aparte de subir la edad, pretende eliminar, no sin razón, la categoría profesional de “matador de toros” en un país que no los mata. El Partido Socialista da libertad a las conciencias de sus señorías; el Partido Comunista —que gobierna en muchos Ayuntamientos con festejos taurinos— hace una larga cambiada con aquello del respeto a las tradiciones; y la oposición de centro-derecha ahonda en las incongruencias de los de enfrente.

“No tiene sentido prohibir a un menor de 18 años asistir a una película y después permitir que un niño de 12 años pueda estar envuelto en la muerte de un animal”, dice el diputado del PAN, André Silva, “ya sea porque asista a una escuela de tauromaquia, ya sea por aplaudir el asesinato de un animal por mero entretenimiento”.

La regulación de los toros alcanza una animosidad no hallada en debates más sustanciosos, como la subida del salario mínimo. Tampoco la imaginación legislativa llega tan lejos. Los Verdes pretenden que el título de banderillero solo se conceda a quien haya acabado la enseñanza obligatoria, algo que no se exige, por ejemplo, para obtener licencia de armas. Las réplicas del debate, que acabó con puñetazos sobre el estrado, llegaron a niveles esperpénticos, sugiriendo el centro-derecha que los ecologistas, con el fin de obstaculizar los espectáculos taurinos, exigirán a los ganaderos saber inglés para tratar con sus animales.

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