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Los vecinos de Los Ángeles vuelven a descubrir el metro

Tras desmantelarlo, hace 60 años, la ciudad recurre de nuevo a este medio de transporte

Pablo Ximénez de Sandoval
Un convoy de la línea inaugurada en Los Ángeles.
Un convoy de la línea inaugurada en Los Ángeles.Patrick T. Fallon/Bloomberg

Las autoridades de Los Ángeles presumen estos días de una nueva forma de transporte. Es público, barato, sirve para llevar a mucha gente a la vez y va por raíles. Se llama metro.

El pasado día 20, por primera vez el centro de la ciudad y la playa de Santa Mónica quedaron conectados por una línea de metro. Se tarda 50 minutos, pero al menos sabes cuándo llegas. No se puede decir lo mismo de la única vía rápida que había hasta ahora, la temible autopista interestatal 10.

La inauguración de la línea entre Downtown LA y Santa Mónica es un verdadero regreso al futuro. A una época en que Los Ángeles tenía el que se consideraba uno de los sistemas de transporte público más avanzados de Estados Unidos. La compañía Pacific Electric llegó a unir entre los años veinte y los años cincuenta la costa con Los Ángeles y con San Bernardino, a casi 100 kilómetros hacia el interior. A mitad de siglo, alguien engañó a Roger Rabbit y el enorme sistema de transporte público fue desmantelado para dejar paso a una red de autopistas que se quedaron obsoletas antes incluso de que se terminaran de construir. La ciudad ha tardado 60 años en poder volver a ir a la playa en transporte público.

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Para construir la nueva línea, de poco más de 10 kilómetros, hizo falta aprobar un impuesto especial. Ha costado 1.500 millones de dólares. La inversión tiene como objetivo que dos generaciones de angelinos que han crecido sin demasiadas opciones de metro —aunque el que hay es excelente— descubran lo descansado que es ir a la costa sin atasco y se animen a probar el resto de la red de transporte público allí donde lo hay. Al día siguiente de la inauguración, el andén de la estación de la calle 7 en el centro de Los Ángeles estaba lleno de familias blancas que se hacían selfies en el andén, dispuestos para el emocionante viaje en metro. Los abuelos llevaban a los niños. El futuro ya está aquí.

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Sobre la firma

Pablo Ximénez de Sandoval
Es editorialista de la sección de Opinión. Trabaja en EL PAÍS desde el año 2000 y ha desarrollado su carrera en Nacional e Internacional. En 2014, inauguró la corresponsalía en Los Ángeles, California, que ocupó hasta diciembre de 2020. Es de Madrid y es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense.

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