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En el verano de 2014, Bono Sakouvo Gui estaba haciendo las prácticas de su primer año de Enfermería en el dispensario de Seredou. Cuando su tía se puso enferma le tocó cuidarla. “Yo estaba viviendo en su casa, dormíamos juntas en la misma cama”, recuerda, “no sospeché nada”. Su padre, sin embargo, sí que pensó lo peor. Hizo regresar a Bono a N’zerekoré y, nada más llegar, la encerró en una habitación. El virus ya estaba en su sangre y la joven acabó en el centro de Gueckedou. “Estaba aterrorizada, había oído que allí mataban a la gente y le sacaban la sangre y los órganos”. Hoy es la presidenta de la asociación de supervivientes.
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Fin del ébola en Guinea

Guinea mantiene sus sistemas de vigilancia y respuesta temprana bien engrasados ante el temor a un rebrote de ébola

José Naranjo
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