Monstruos
Nuestros políticos se parecen cada vez más a los monstruos, pero lo cierto es que solo son como nosotros. Existen porque les damos vida, igual que Frankenstein
Frankenstein quiere novia. La criatura le ha exigido a su creador una chica a su medida que le haga compañía. El pedido ha sonado un poco amenazante, pero viene del corazón. Y Frankenstein no es el único monstruo melancólico.
El hombre lobo también lo pasa mal, porque le resulta imposible tener pareja: en noches de luna llena pierde el control. Su amor es un castigo que no puede infligirle a nadie. O el pobre Dorian Gray, que ve envejecer a la gente mientras permanece rozagante: su amor no puede durar. Ser un monstruo suena excitante, pero te condena a la soledad.
Esas oscuras historias nos cuenta Penny Dreadful las medias noches de los lunes en Canal + Series: su trama vuelve a los personajes de la literatura gótica victoriana para mostrarnos sus humanas emociones, sus penas y sentimientos, que son los nuestros.
En su tercera temporada, la serie se tiñe de español: el director Paco Cabezas toma el mando en cuatro de sus nueve capítulos, y la historia viaja a Almería en busca de locaciones estilo lejano oeste. Es el momento ideal para españolizar Penny Dreadful, porque nuestros políticos se parecen cada vez más a sus personajes: tenemos muertos en vida como Rajoy, fantasmas apagándose como Sánchez y vampiros como Rivera e Iglesias, ávidos por sorber los votos de los viejos partidos. Llevamos meses insomnes, llorando ante todos ellos, aterrados por sus intenciones, pero lo cierto es que solo son como nosotros. Existen porque les damos vida. Igual que Frankenstein, están hechos de nuestros pedazos.
En las próximas elecciones, tendremos que escoger a un político y quererlo. La temporada española de Penny Dreadful quizá nos reconcilie con la ternura de los monstruos.
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