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LA PARADOJA Y EL ESTILO
Columna
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Las claves del verano

Lamentablemente, Madonna no tiene el estilista de Cospedal, pero está ilustrándonos cómo se vive esa difícil senda de los cincuenta hacia los sesenta

María Dolores de Cospedal el pasado 16 de mayo en un acto del partido en Seseña.
María Dolores de Cospedal el pasado 16 de mayo en un acto del partido en Seseña.
Boris Izaguirre

Se acerca el verano y María Dolores de Cospedal, la dama más estilosa del PP, se ha recortado la melena, pero como tienen tantas cosas encima, campaña y tantos casos aislados de corrupción, pues nadie pareciera habérselo notado. Le sienta muy bien esa lisura cómoda, esa suave coloración con reflejos de un campo castellano tan de Miguel Delibes. Aunque a veces se repita, Cospedal es guapa y hábil, en una entrevista con Abc volvió a calificar a Luis Bárcenas como “ese sinvergüenza” sin que se le erizara un pelo. Quiso demostrar así que no hay nada como un buen corte.

Sabemos que cuando una mujer se corta el pelo es porque algo muy profundo sucede en su interior. O en su corazón. Cospedal se ha renovado como nadie más en su partido lo ha hecho. Con ese corte ella puede ser la avanzadilla. Mariano, al que adora, sigue igual, inmutable. Soraya también continúa casi igual aunque ha crecido (como figura pública). Rita sigue aferrada. Cospedal ha iniciado una senda castellana del cambio que se cruza con la de Andrea Levy, con su mirada de virgen renacentista desenfadada y esas declaraciones desinhibidas y profundas: “Siento el PP con mucho orgullo”. Levy no viene del campo sino del Liceo Francés de Barcelona. Nacida en 1984, cuando ya Madonna había triunfado, pertenece a esa generación política que se ha educado y curtido en los platós de televisión. Cospedal se ha dado cuenta de que su nueva rival en el afecto de Mariano puede ser Andrea. Igual que en el teatro y en la tele, las jóvenes siempre están allí detrás, esperando para saltar y quitarle el puesto a las veteranas.

¡Hola! acaba de publicar 10 claves para hacerle frente al verano. Muchas son de toda la vida. Hacen especial hincapié en tener una melena radiante. Ojo Andrea, y oído Cospedal. ¿A que no sabían que conviene humedecer el pelo antes de bañarse en el mar? Pues sí, hay que tener a mano una botellita con agua y unas gotitas de acondicionador. Por fin entendemos a esas señoras que masajean la melena en la playa. Tanto Cospedal como Levy tendrán que compaginar trabajo con vacaciones. Aún cobrando, lo de la interinidad ha sido un lío, y gobierno, lo que se dice gobierno, no habrá hasta septiembre. Así que hay que leerse atentamente los 10 pasos de¡Hola! para poder enfrentar el periodo poselectoral. La lista es más exigente que la de cualquier candidatura: depilaciones, aplicaciones, bronceadores y pedicuras. Vientres firmes. Hidratación. Polvos de sol y maquillaje soft.

Siempre me sorprende la cantidad de cosas que cualquier estación, y cualquier revista, exige a las mujeres. Los hombres también nos depilamos, influidos por el porno. Entre mis amigos varones, las poquísimas cosas en común son la despreocupación por la composición de las listas electorales, la depilación y qué coño le está pasando a Madonna, que últimamente pareciera que todo le sale medio mal. Reaparece en los Billboard, rindiendo un homenaje a Prince, ataviada como un Mozart ochentero, que es lo que intentó ser Prince, y, de nuevo, se señala otra vez que está desorientadísima, que su homenaje fue depresivo y cantó Nothing Compares to You sin la voz de Sinead O’Connor. ¡Pero si Sinead O’Connor anda perdida por Illinois y no puede cantar! Se le fastidió la carrera tras romper una foto del papa Wojtyla en público. Nunca más levantó cabeza. Lamentablemente Madonna no tiene el estilista de Cospedal para que le diga: “Mi amor, a partir de una edad el pelo debe estar más corto”, pero está ilustrándonos cómo se vive esa difícil senda de los cincuenta hacia los sesenta. Y parece que ese tránsito hay que vivirlo así, suicida y con semáforos. O sea, complicadísimo.

La celebración del cumpleaños de Michael Smith, en Madrid, coincidió con el viaje de Obama a Vietnam. El baile lo abrió, precisamente, Vogue, ese himno al postureo y el glamour que Madonna entonó por primera vez en 1989. Unos bailarines profesionales se contorsionaban emulando las célebres poses del vídeo e intentaron convencer a las damas de seguir la coreografía, pero claramente quienes mejor lo hicieron fueron los anfitriones, el embajador Costos y el cumpleañero Smith. Fue casi una nueva declaración de independencia. Similar a la divertidísima alocución del embajador a los postres, evocando cómo conocer a Michael no cambió su mundo sino que creó uno nuevo para los dos. Eso es amor y diplomacia. Smith amplió más el discurso cuando explicó que muchos de sus invitados americanos les freían a preguntas sobre cómo viajar a Madrid y una vez aquí, qué hotel, qué tiendas, qué restaurantes visitar. Smith les frenó en seco: “Esto es American Embassy, no American Express”.

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