El día que dejé de usar tampones
Ilustración de Elissa Stein y Susan Kim.
Por BELÉN KAYSER
Ha llegado a mis oídos que uno de los temas más polémicos es la mooncup para la menstruación. A estos mismos oídos NO ha llegado un solo argumento que conociera al detalle qué dijeron las políticas de la CUP en el Parlamento. Ayer supe que lo único que pidieron es que se informara de esta opción. ¿Informar es un delito? Me tomo la licencia de informar yo en base a mi experiencia.
Hace casi diez años una amiga bióloga que pasaba mucho tiempo en el campo trabajando y que además está enormemente concienciada con las tres R (reducir, reciclar y reutilizar) me habló de la mooncup (copa menstrual) como alternativa a los tampones y compresas. No sólo ayudaba a las 3 erres, sino que además ahorraba dinero (los 23 euros que cuesta duran más de 10 años) y reducía -en su caso eliminó- muchas infecciones que padecía frecuentemente. Lo comenté con amigas en Santiago, ya había quien la usaba y la probé. Recuerdo la comodidad (no notarla), la suavidad, la limpieza que supone no tener que ver en la compresa los coágulos que no se chupa la silicona en bolitas o tirar al váter un trozo de algodón de casi imposible disolución. Y el tiempo que te aguanta (diría que hasta 12 horas), es decir, poder estar en la calle o en el trabajo una jornada normal. Y si te pilla el toro, ir preparada con toallitas y si me apuras meter al váter una botellita de agua para limpiarla.
Además de recomendarla e ir ganando convencidas -la que la prueba no la deja- reflexioné sobre los tabúes aka argumentos de las que no la querían usar ("qué asco", "no sé yo..."). Señoras... Menstruamos, sangramos, nos dolemos. Pero empezamos viendo anuncios de chicas súper happy en la tele antes de la primera regla. Estamos acostumbradas a ver que eso es lo normal y que cuando nos llegue el momento seremos tan guays como la rubia del anuncio.
Imagen de un reconocible anuncio de tampones.
Yo no me quiero meter en la vagina de nadie, faltaría más, pero lo que es desagradable es la sangre, no dónde la recojamos. Llevamos mucho tiempo viendo anuncios de compresas y tampones y hemos tomado como normal esta forma de recoger el flujo. Y peor, tomamos como normal (y ni lo repensamos) gastar dinero mes a mes para producir residuos de algo que es tan natural como respirar, la regla es eso: algo inevitable, natural y muestra de salud.
Quería hacer esta reflexión porque al fin y al cabo soy una usuaria convencida que no sólo ahorra mes a mes, no sólo reduce residuos, no sólo minimiza enfermedades (ojo, que en el paquete de tampones lo dice claramente: el síndrome shock tóxico puede ser mortal, vamos que si te mueres, no les denuncies) sino porque quería insistir en la idea de lo tontos que somos. No sólo no caemos en la cuenta de que todos esos prejuicios vienen de nuestra exposición a la publicidad de tampones y compresas sino que no nos damos cuenta de la influencia que ejerce la opinión pública y lo fácil y rápido que se pervierte todo a través de redes sociales; y no vemos que la prensa ha hecho una campaña contra la CUP (y por tanto contra la mooncup, que no es lo mismo) y nos posicionamos a favor o en contra sin saber siquiera lo que dijeron (sólo lo que nos han dicho que dijeron).
Apunten, que esto es lo que yo digo. Yo en mi vagina sólo me meto un par de cosas. Pero ninguna es un tampón. Vosotras veréis.
PD. La copa menstrual es un embudo de silicona que se pliega, se introduce en la vagina y recoge la sangre de la regla. Para sacarla tiras de una especie de tubito que tiene en la punta y la vacías en el váter.
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