Carta abierta a mi mujer
Soy consciente de que les hago partícipes de algo que ni les va ni les viene, pero es que últimamente hemos estado bastante ocupados
Sé que no es muy ortodoxo utilizar mi columna en este periódico para hacerle llegar un mensaje a mi esposa. Soy consciente de que les hago partícipes de algo que ni les va ni les viene, pero es que últimamente hemos estado bastante ocupados (Girls, House of cards, Juego de tronos…) y no he encontrado el momento para hablar con ella. Háganse cargo.
Cariño:
¿Qué tal? ¿En el trabajo todo bien? Espero que se solucionara el problema con ese compañero y su olor corporal. Por cierto: ¡Qué rica estuvo la lasaña que hiciste el domingo! Los niños y yo nos relamíamos. ¡Bueno! No sé si te distes cuenta de que dejamos los platos que no hacía falta fregarlos, como se suele decir. Cambiando de tema, quería que supieras que soy muy feliz contigo y que cada día es como un día nuevo para mí. Te quiero “pichurrina”, más que a mi vida. Todo es perfecto a tu lado. Solo una cosita: últimamente he notado que ya no me celebras las bromas como antes; cuando te cuento cosas divertidas no reaccionas de una forma positiva y abierta; a veces incluso zanjas el tema con un “A mí no me hagas monólogos”. Igual lo haces sin darte cuenta, pero me gustaría que rectificaras, me prestaras atención y, en la medida de lo posible, te carcajearas. Sé que tengo muchos fans que me halagan y me ríen las gracias, pero no está de más que tú también aportes tu granito de arena para que mi ego siga sólido y firme como el Perito Moreno. Es verdad que por ahora no hay que preocuparse por mi autoestima, pero nunca se sabe.
Se despide, tu churri.
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