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Sandro Veronesi, el emperador del biquini

Silvia Varela

EN una esquina del despacho cuelgan un sujetador y unas braguitas enmarcadas en un cuadro de bordes plateados. También hay varios pares de calcetines. Un biquini y una foto en blanco y negro del trasero desnudo de una mujer. Son algunos de los trofeos de Sandro Veronesi, dueño de Calzedonia, el grupo italiano de calcetería, ropa íntima y de baño que factura 2.000 millones de euros al año. “En esta pared están las primeras prendas de fábrica de cada una de mis marcas”, explica el directivo de 56 años, mediana estatura, piel clara e impecable perilla. Las señala con orgullo, dejando por un momento su pose seria y comedida. No es para menos. Modelos como los que expone en su cuartel general, enclavado en Verona, son los que vende en las más de 4.000 tiendas que se reparten por medio mundo. ¿La clave del éxito? “Aprender de la gente y mejorar cada día”, dice uno de los empresarios más ricos de Italia. Un líder que confiesa no tener manías ni obsesiones. “Soy un hombre tranquilo”. Que no se conforma nunca.

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En la primera foto, desfile de la colección de baño, el pasado 5 de abril. En la segunda, el presidente en la sede de Verona.silvia varela

Su afán por superar los límites le ayudó a hacerse con la distinción de graduado cum laude en Economía y Negocios por la Universidad de Verona. Fue cerrar los libros y encontrar trabajo en Golden Lady, la conocida firma italiana de pantis. “Nunca tuve una vocación clara”. Pero se le dio bien el negocio. Tanto que pronto llegó a ocupar altos cargos en la compañía. De jefe tenía al que entonces era su suegro, Nerino Grassi. Solo dos años después de incorporarse, decidió abrir su propia empresa: una fábrica de medias y bañadores de diseños originales y a precios asequibles que contara con sus propias tiendas. Dentro y fuera del país. Así nació Calzedonia.

Durante tres décadas, las legiones del emperador Veronesi, capitaneadas por mujeres (el cupo femenino es del 92%, entre dependientas y ejecutivas), han tomado las calles con los escaparates de sus tres principales marcas: Calzedonia, especializada en calcetería y trajes de baño; Intimissimi, de moda interior femenina, y Tezenis, una línea de ropa del hogar. Desde Europa hasta Extremo Oriente. Solo la primera firma vendió el año pasado casi 150 millones de piezas. Y siguen creciendo. Su nuevo desafío será afincarse en Nueva York y competir con la todopoderosa Victoria’s Secret. Hijo de un fontanero y de un ama de casa, el fundador de este gigante del textil creció en Brentino Belluno, un pequeño pueblo de la provincia de Verona. El chico que a los 18 años se ganó su primer sueldo en la vendimia es ahora uno de los millonarios de Europa. De aquella época conserva su pasión por el vino, la misma que le ha llevado a abrir una cadena de tiendas especializadas. “Cuando sea muy mayor para ocuparme de los cambios de la moda me dedicaré al vino”. Mientras tanto, le toca dirigir una empresa que da trabajo a más de 30.000 empleados. “Me gusta contratar a gente joven y darles mucha responsabilidad”.

Sandro Veronesi enseña las prendas de su despacho.

Los que trabajan con él aseguran que el jefe participa en todo el proceso de producción: desde que se esboza el diseño de un sujetador hasta que llega a la tienda. Pero nada de pasarse con las horas extra. Llega a la oficina a las nueve de la mañana y se va “feliz” a las siete de la tarde. “Todos tenemos un límite y unas energías. Lo mejor es concentrarse y buscar soluciones”. Ese pragmatismo le ha llevado a rodearse de mujeres. Ellas conocen mejor que nadie lo que él vende. El secreto del triunfo se resume en su visión del universo femenino: “Te conviertes en un experto el día que entiendes que no entiendes nada. Y lo aceptas”.

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