El portaviones ‘Harry S. Truman’ de la quinta flota estadounidense se mueve por el golfo Pérsico en misión de combate. Su gigantesca barriga está llena de cazabombarderos y helicópteros. Es tan alto como un edificio de 25 pisos. Resulta un arma sofisticada, la más poderosa de la Armada de Estados Unidos, para atacar al Estado Islámico en Siria e Irak. La tripulación está formada por unos 5.000 militares y el 15% son mujeres. Su laberíntica estructura interior hierve de actividad. La adrenalina y el estruendo se sienten en cada maniobra de despegue y aterrizaje: las catapultas que hay en cubierta ponen los aviones de 0 a 250 kilómetros por hora en dos segundos. “Podemos provocar destrucción o llevar la paz”, dice el capitán.