El andrógino hetero más sexy
Aunque el ámbito de influencia de Prince era marcadamente heterosexual, decidió explorar su lado femíneo. Se vistió como una chica, y ellas enloquecieron
Antes que él existió David Bowie, y contemporáneo suyo fue Boy George. Artistas cuya imagen cargada de ambigüedad sirvió para agitar la revolución sexual del momento. A diferencia de ellos, Prince hacía música negra y, por tanto, su ámbito de influencia era marcadamente heterosexual. A pesar de pintarse los ojos y los labios, su pelo cardado, los cuellos y puños de encaje en sus camisas, o su ropa de terciopelo en colores chillones nunca se cuestionó su gusto por las mujeres. Buena parte de ellas le aclamaron como el summum de lo sexy en la década de los ochenta. Otras tantas preferían la virilidad de chupa de cuero y pelo en pecho que desplegaba George Michael siendo gay en el armario.
Pero Prince decidió explorar su lado femíneo. Se vistió como una chica, y ellas enloquecieron. Rímel, sombra de ojos, una gruesa línea negra bajo ellos, guantes con los dedos cortados, pañuelos en la cabeza, camisetas con el vientre al aire, y todos los accesorios que hiciesen falta. Tras la proyección de la película Purple Rain (1984) un periodista estadounidense se acercó a preguntar a unas fans que salían del cine qué era lo que les hacía adorarle. Una de ellas respondió: “¡Los tacones!”.
Prince demostró que se podía conquistar a la más guapa sin llegar al metro sesenta (1,58) ni ser un tipo duro. Bastaba derrochar confianza, sensualidad y conectar con lo sexual en ellas. Y unas botas o zapatos de tacón alto para disimular la moderada estatura. Nunca apareció en público con calzado plano. Forjado en una época de grandes superestrellas, para Prince el sentido del espectáculo y el respeto a este eran sagrados.
Con los años introdujo nuevos elementos en sus looks, pero nunca faltaron las casacas y camisas de corte romántico, los pantalones de campana, las cadenas o las bandanas. Un estilo influido por los llamados nuevos románticos de los ochenta en el que se mantuvo fiel hasta el final. A diferencia de otros artistas que adoptaban determinados personajes sobre el escenario, Prince siempre era así y nunca se le vio de otra forma.
Su legado sigue vivo en artistas negros que no tienen miedo de traspasar los límites convencionales entre lo masculino y lo femenino, como Pharrell Williams. Pero ningún hombre heterosexual ha conseguido que lo andrógino funcione tan bien. Para la historia queda su mono amarillo de encaje con medio trasero al aire que lució en la entrega de los MTV Video Music Awards a principios de los noventa mientras cantaba Get Off. Un tema que en el momento álgido del estribillo dice “deja a una mujer ser mujer y a un hombre ser un hombre”.
Ha dejado muchos más momentos, y en todos ellos demostró su condición de visionario. Siendo hombre, heterosexual e increíblemente funky, el atreverse a jugar con la frontera entre géneros no podía quedarse en simplemente novedoso o atrevido. Ni siquiera en algo tremendamente sexy. Lo que hizo del estilo de Prince algo único es que contribuyó a cambiar el mundo.
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