De rodillas
A nadie se le escapa la intención de esas portadas con la foto del jugador culé derrotado moralmente
Siempre que el Fútbol Club Barcelona aparece en las portadas de los periódicos nacionales, y no me refiero ahora a los deportivos, que, como todos sabemos, no son periódicos, sino órganos de agitación “ideológica”, es después de una derrota y con un jugador culé de rodillas, lamentándose por ella. Así pasó este lunes tras la tercera derrota consecutiva del hasta hace sólo unas semanas intratable líder de la Liga, lo que le devuelve la emoción a esta. Excepto este periódico, que dio una imagen normal (tres futbolistas del Barcelona contrariados ante la adversidad) y en páginas interiores, todos los demás repitieron la del jugador culé de rodillas como evidencia de su derrota moral, más que futbolística, que todavía no se ha producido del todo. Aún faltan cinco partidos para que se consume o no.
En mi pasada columna me refería yo al simbolismo —éste sí, político claramente— que la presencia del rey Juan Carlos en el palco del estadio Bernabéu junto a su ausencia al día siguiente en el del Calderón en los partidos de la eliminatoria de Champions en los que competían equipos españoles para muchas personas tuvo independientemente de sus colores políticos y futbolísticos. Y decía yo que el Rey debería cuidar esas cosas, puesto que no es un aficionado cualquiera, como tampoco lo son el presidente y los ministros del Gobierno, que representan, o deberían, a todos los españoles. La imagen del Fútbol Club Barcelona humillado y de rodillas en el césped reproducida unánimemente en portada cada vez que se presenta la ocasión por toda la prensa de la derecha es aún más grave en ese sentido si tenemos en cuenta las circunstancias que España está viviendo desde hace tiempo, con Cataluña queriendo irse de ella. A nadie se le escapa la intención de esas portadas, que tiene que ver no tanto con la alegría por la derrota del Barcelona en el campo de juego por parte de unos periodistas y unos lectores que simpatizan más con otros equipos como con la que les produce ver humillado a un símbolo de esa Cataluña que reniega de la España en la que ellos creen y que ven representada por otro equipo que, como el Barcelona, es más que un club deportivo. Cuando se habla de que el problema de Cataluña no se resuelve sólo aplicando la ley, sino que la política tiene que ser el arma de persuasión principal para conseguirlo, mensajes “subliminales” como el de la alegría de los periódicos españoles por la derrota del club de los catalanes por excelencia, incluso cuando juega contra equipos extranjeros, no ayudan mucho en ese propósito. Si tú quieres que alguien te quiera lo último que debes hacer es ponerlo de rodillas.
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