_
_
_
_
PORQUE LO DIGO YO
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Inusitada entrevista ‘bertinesca’

Cómo me gustaría ser entrevistado por Bertín Osborne, y sentado en su sofá, repantigado y mirándole a su cara meridional, inventarme pasajes de mi infancia

El cantante y presentador Bertín Osborne.
El cantante y presentador Bertín Osborne.Juan Naharro Giménez (Getty Image)

En realidad soy una persona aburrida, siempre lo he sido; mi vida no está precisamente trufada de anécdotas divertidas o interesantes. Pero, ¡cómo me gustaría ser entrevistado por Bertín Osborne, y sentado en su sofá, repantigado y mirándole a su cara meridional, inventarme pasajes de mi infancia! Que el intérprete de canción ligera, y ocasionalmente de rancheras, funcionara como un acicate de un Joaquín distinto, ficticio, pero más interesante. Por ejemplo, ante la obligada pregunta de “cómo era yo de niño” respondería: “Yo de pequeño era muy retraído, me gustaba estar solo, en mi mundo. Recuerdo que pasaba horas y horas en un armario empotrado. Mis padres se preguntaban qué hacía tanto tiempo ahí metido, se lo preguntaban pero también les venía bien porque así no daba guerra [ahí bromearía y él correspondería con su risa trotona]. Un día lo abrieron y lo que encontraron les dejó patidifusos: dentro había construido un teatro de autómatas”. Se quedaría ojiplático, como un conejo cuando le dan las largas, y dejaría escapar un “ojú”. Y luego preguntaría “¿Y cuántos años tenías?”. Y tiraría por lo bajo, claro “tendría unos 5 años”. Y otra vez un "ojú” y luego “qué arte”. Y así estaría yo un rato largo fabulando sin parar; para quedar bien en general, pero, sobre todo, para que Bertín no dejara de maravillarse en particular. Después, y ya para terminar, pasaríamos a la cocina para protagonizar divertidas escenas impostadas de torpeza masculina: “¿Cómo se pone un delantal?”. “Maldita cocina del demonio ¿tú sabes cómo se enciende la inducción?”. “¡Me cago en mis muelas! ¿Dónde estarán los cominos?”.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_