En primera línea de batalla contra el capitalismo
Mujeres durante la manifestación del pasado 8 de marzo en ciudad de Guatemala para conmemorar el Día Internacional de la Mujer. / EFE - Esteban Biba.
Por LORENA CABNAL
Es una palabra relativamente nueva, pero ocurre desde hace más de medio siglo. La feminista Diana Russell pronunció "feminicidio" por primera vez de forma pública en 1976 ante el Tribunal Internacional sobre los Crímenes contra la Mujer en Bruselas. Han pasado 40 años y es un término que todavía no ha terminado de calar en algunos lugares y que es demasiado reconocible en otros; en México, por ejemplo, ya existe un Observatorio Ciudadano Nacional de Feminicidio. América Latina es una de las regiones del planeta más afectadas por esta forma de violencia machista desde siempre, aunque solo durante los últimos diez años, aproximadamente, se le ha dado mayor visibilidad. Y cada vez tiene más. Este jueves 16 de marzo La Casa Encendida de Madrid organiza la conferencia Feminicidio: la política del asesinato de mujeres en el capitalismo y el colonialismo. La visión de varias académicas, activistas y líderes sociales sobre los delitos y los riesgos producidos por la economía global y que afectan más duramente a aquellos que parecen haber quedado fuera de la protección de los derechos humanos más básicos.
Explican desde la institución cultural que "el racismo estructural, la ausencia en el Derecho Internacional de los derechos humanos de mecanismos que contrarresten la crisis ambiental y la ausencia de garantías reales de los derechos económicos, sociales y culturales son también problemáticas globales reeditadas por las luchas de las mujeres en diferentes lugares del planeta". Una de esas batallas incansables es la que libran las mujeres indígenas, con un frente doble: el combate por sus propios cuerpos y el combate por su tierra. Un desafío que le costó la vida el pasado 3 de marzo a Berta Cáceres, ambientalista y líder indígena de Honduras a la que recuerda Lorena Cabnal. Esta guatemalteca es defensora del territorio, indígena maya-xinca, experta en feminismo comunitario, integrante de la Asociación de Mujeres indígenes de Santa María Xalapán y de la Red de Sanadoras Ancestrales del Feminismo Comunitario de Guatemala, y una de las ponentes de la conferencia y ha querido resumir y compartir su visión crítica sobre lo que está ocurriendo en esta carta.
Ser mujer indígena y feminista comunitaria en el actual contexto convoca a interpretar y denunciar, desde las cosmogonías de los pueblos originarios, el atentado contra la Red de la Vida que el actual modelo patriarcal, colonialista, racista, capitalista y neoliberal impone desde la hegemonía mercantilista y depredadora contra la naturaleza y de cómo opera sobre los cuerpos de las defensoras en territorios ancestrales, utilizando su arma de perpetración misógina para callar, intimidar y sembrar miedo y terror con algo que estoy nombrando como femicidio territorial. Sin embargo, la indignación, la valentía, la rebeldía, la vitalidad y la transgresión son energías que también se convocan para acompañarnos con más fuerza para las acciones políticas de denuncia y protesta social, feminista y espiritual en las calles, plazas, caminos y comunidades.
Ser mujer indígena y defender el territorio ancestral implica colocar en primera instancia nuestro primer territorio de defensa, que es el cuerpo en la línea frontal del ataque. Al defender el territorio tierra, las mujeres hacemos una defensa cotidiana y paralela impresionante de dos dimensiones inseparables: la defensa de nuestro territorio cuerpo y la defensa de nuestro territorio tierra. Dos dimensiones entretejidas en la Red de la Vida, porque reconocemos que tanto el cuerpo como la tierra son dos espacios de energía vital, tejidos inseparables para la reciprocidad de la vida. Por lo tanto, reconozco que las propuestas feministas que convocan a la emancipación de los cuerpos contra la manifestación patriarcal y no convocan a la despatriarcalización de la naturaleza como un territorio en disputa por el actual modelo neoliberal, carecen de sostenibilidad política.
Lorena Cabnal y su hija, Ixina Ralhki.
La lucha cotidiana contra las formas machistas y misóginas que se expresan contra las mujeres defensoras de sus cuerpos y bienes naturales conlleva una batalla pluridimensional, porque también nos enfrentamos a las expresiones del machismo neoliberal de empresarios, funcionarios públicos, guardias de las empresas transnacionales y crimen organizado, que operan para la protección de intereses económicos con sus armas de intimidación y de operación contra los cuerpos de las mujeres defensoras: el acoso, la violencia sexual y el femicidio territorial.
Defender la naturaleza es una convocatoria espiritual por la vida plural en el planeta. Berta Cáceres, en ese sentido, hace una llamada a la humanidad para asumir la responsabilidad que implica atentar contra la vida por la depredación mercantilista: “Nuestras conciencias serán sacudidas por el hecho de estar contemplando la autodestrucción basada en la depredación capitalista, racista y patriarcal”.
La conferencia Feminicidio: la política del asesinato de mujeres en el capitalismo y el colonialismo tendrá lugar de 19.00 a 21.00 en el auditorio de La Casa Encendida (Ronda de Valencia, 2, Madrid). Entrada libre hasta completar aforo.
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