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Tentaciones
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"Algo me abofeteó": Lena Dunham habla sobre su portada en Tentaciones y dice adiós al Photoshop

La actriz narra en una carta abierta su reacción al ver un cuerpo que no reconoce y asegura que mantendrá un control sobre su imagen "aunque tenga que decir adiós a las portadas"

Lena Dunham está cansada de hablar de sus cuerpos. En plural. Está cansada de hablar de su cuerpo actual, el que enseña sin pudor en su serie Girls y sobre el que todos los periodistas le acaban preguntando, como nos confesó en nuestra entrevista de portada del mes de Marzo. Pero también está cansada de su otro cuerpo, el que retrataba precisamente nuestra portada y que Dunham no reconoce como propio. Por eso, ha confesado en su newsletter, no va a volver a permitir que “retoquen y reconfiguren” su cara y su cuerpo para que esas imágenes salgan al mundo. “La distancia entre lo que creo y lo que permito que hagan con mi imagen se tiene que cerrar ya”, asegura en su misiva. “Y si eso significa que no hay más portadas en revistas de moda para mí, que así sea”.

Dunham ha dirigido una carta abierta a sus fans en la que reflexiona sobre el uso de Photoshop en los medios a raíz de la polémica con Tentaciones. No es su intención echar luz sobre quién fue el responsable último de que la foto que llegara a nuestra redacción estuviera photoshopeada, como no es nuestra intención entrar en un debate, por lo demás, estéril. Dunham solo tiene buenas palabras para su fotógrafo, su publicista y esta y las demás revistas en las que ha aparecido. Su intención con esta carta es reflexionar sobre cómo se representa en los medios el cuerpo de la mujer, un juego en el que reconoce haber entrado hasta que la visión de nuestra portada le hizo cambiar de parecer.

“Algo me abofeteó”, comenta en su carta. “Quizá fue la sensación de apenas reconocerme y escuchar que era 100% yo, pero saber en el fondo que no era así, y estudiar la foto en busca de pruebas”, narra. “Quizá fue darme cuenta de que igual era una foto que había visto, aprobado y seguramente amado en algún momento”, reconoce. “Quizá fue el hecho de que ya no reconozco cómo se ven mis propias cosas. Pero supe que se había acabado”.

Algo me abofeteó. Quizá fue la sensación de apenas reconocerme y escuchar que era 100% yo, pero saber en el fondo que no era así

Dunham esgrime como motivo principal para tomar esta decisión la colisión de los dos cuerpos de los que está cansada de hablar, el real y el que reflejan las imágenes photoshopeadas que abundan en Internet. “Teniendo en cuenta mi compromiso a enseñar mi cuerpo realista en la pantalla, esto es un tipo de disonancia cognitiva que no quiero hacer, ni siquiera concebir”, argumenta.

Desde que se estrenara la serie Girls en 2012, las preguntas sobre por qué enseña su cuerpo en pantalla han sido constantes, como si su figura entrada en carnes fuera algo así como un alegato feminista en sí misma, como si cada centímetro de anatomía que viéramos de gente como Fassbender o Chloë Sevigny debiera ser aplaudido sin ambages y un cuerpo como el de Dunham necesitara de una justificación para ser mostrado.

Teniendo en cuenta mi compromiso a enseñar mi cuerpo realista en la pantalla, esto es un tipo de disonancia cognitiva que no quiero hacer, ni siquiera concebir

La prensa preguntaba en sus textos el porqué de mostrar su cuerpo realista mientras en sus fotos retrataba uno concienzudamente distorsionado, muy alejado del que mostraba la serie que le catapultó a la fama. Quizá el punto álgido de esta representación disonante tuvo lugar en la portada que le dedicó la edición americana de Vogue. “Estaba emocionada”, recuerda Dunham en su carta. “Había amado esa revista desde que era una niña [...]. Me sentí, quizá por primera vez en mi vida, como una adulta glamurosa con un cuerpo que podía ser deseado”. Dunham continúa lanzando parabienes a la fotógrafa (la mítica Annie Leibovitz) y a los estilistas, recordando una sesión que describe como “pura fantasía”.

Los sucesos que ocurrieron a continuación, y que empañaron la alegría inicial de Dunham, son de dominio público. La web Jezebel, de la que Dunham ha confesado ser seguidora, ofreció 10.000 dólares a quien les enviara las fotos originales, sin retoque, de la sesión, algo que no tardó en suceder.

“Se me rompió el corazón”, rememora la polifacética actriz. “En parte porque había amado Jezebel en mi época de universitaria por esta misma característica: un deseo de derribar la imagen industrial que se hace del cuerpo con un guiño y una sonrisa. Es y sigue siendo un objetivo admirable. Pero también me preguntaba ‘¿por qué a mi?[...] ¿Estaba siendo castigada por ser diferente, por tener, inherentemente, un cuerpo político?”. Dunham recuerda esa sensación como algo similar “a que te quiten el relleno del sujetador en el baile de séptimo grado” y narra como, dos años y decenas de sesiones de fotos después, ha aprendido que cuando un fotógrafo le dice “esto lo arreglaremos en post producción” no se refiere a una arruga de su falda. Reconoce que en este tiempo no entró a hacer preguntas, asumiendo que es un peaje que tenía que pagar para poder seguir teniendo una carrera creativa. Pero asegura que esto ha llegado a su fin, dando las gracias a gente como Kate Winslet, Jamie Lee Curtis o Zendaya por haber tomado esta decisión de forma pública antes que ella.

Desde aquí solo podemos estar felices de nuestra pequeña, e involuntaria, parte en esta historia. Entendemos que Dunham esté cansada de hablar de sus dos cuerpos y celebramos que, de ahora en adelante, solo haya uno, en la televisión y en las revistas. El mundo necesita más mujeres como Lena Dunham, sin retoques, ni Photoshop.

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