Ese bebé de la publi no es gracioso, está gordo


A modo de aclaración. [Ante la polémica suscitada por este post, quiero subrayar que su único objeto es llamar la atención sobre la obesidad infantil —que empieza a edades más tempranas de lo que a priori podríamos pensar—, desmitificar la creencia de que para que un bebé sea sano debe estar gordo y reflexionar sobre el papel de la publicidad en todo esto. El uso de la palabra ‘bebé’ en sentido amplio (no me refería a un niño de meses) en el titular y las imágenes publicitarias publicadas en un primer momento pueden haber sido poco acertadas y haber inducido a errores de interpretación. En ningún momento se dice ni se recomienda ni se insinúa en este texto que haya que poner a bebés a régimen ni que un bebé de aspecto rollizo no sea perfectamente normal y sano.
Para aclarar estos puntos, consulté de nuevo al pediatra José María Paricio, al que pregunté si hay bebés con sobrepeso e incluso obesos y a partir de qué edad se puede hablar de obesidad infantil. Esta es su respuesta: “Efectivamente hay lactantes menores de hasta casi 2 años que pueden estar gordos de verdad, con michelines impresionantes. A veces al 2º mes de vida ya. Y están con lactancia materna exclusiva o toman pecho a los 12 meses y comen mucha verdura y nada de pasta y están en percentiles muy altos o por encima del 97 incluso. Y están sanos. Estos bebés, si comen sano, a partir del año empiezan a dejar de aumentar y crecen y su aspecto ya no llama tanto la atención. A partir de los 3-4 años, el exceso de peso ya es muy difícil de justificar como un signo de salud. Es decir que, por simplificar, antes de los 3 años si un bebé parece gordo o tiene claramente sobrepeso según las tablas de crecimiento, hay que ver qué está comiendo y si se mueve o no. Si come sano, por ejemplo leche materna, verduras, etc, no hay que hacer nada más que esperar, que seguro que se normalizará hacia los 3 años. Por encima de los 3 años, es difícil de creer que esté con una dieta bien balanceada y adecuada al ejercicio que hace. Por encima de los 3 años, tener sobrepeso es motivo de preocupación y de consulta a pediatra y/o nutricionista”.]
Hace ya 10 años que se decidió que, para luchar contra la anorexia, las modelos que desfilaban en la Pasarela Cibeles debían tener un peso mínimo. ¿Y qué hay de un peso máximo para los bebés modelo con el fin de atajar la obesidad infantil? Porque ese nene con triple molla en el brazuelo que te mira sonriente desde gran parte de los anuncios de productos destinados para ellos no es gracioso, está gordo.
Y un bebé gordo, en contra de lo que opina tu madre, tu vecina y tu cuñada, no es un bebé saludable, sino la semilla de un posible futuro diabético, hipertenso o enfermo cardiovascular y, lo que es todavía peor, con una esperanza de vida menor que la tuya. Hace años que la OMS viene alertando de que la obesidad es una auténtica epidemia. En España, un 27,8% de la población infantil (de 2 a 17 años) padece obesidad o sobrepeso, según la Encuesta Nacional de Salud 2011–2012, la última publicada. El Informe Aladino revela un dato escalofriante: la prevalencia del sobrepeso y la obesidad entre los siete y ocho años, la franja de edad que se considera indicadora del futuro, es del 43%.
"En Europa, solo Malta y Portugal nos aventajan. Pero no estamos solos, otros países como Grecia, Bélgica, Italia y Gran Bretaña nos acompañan en tasas semejantes de sobrepeso en la infancia", advierte el veterano pediatra José María Paricio, autor de Tú eres la mejor madre del mundo.
"En estudios recientes, en la población de 8 a 17 años se ha encontrado un 26% de sobrepeso y un 13% de obesidad, con un total de 39% de personas de esta edad con exceso de peso (obesidad + sobrepeso). Estas cifras eran mayores en los niños y niñas de 8 a 13 años: 31% de sobrepeso y 15% de obesidad, frente a 17% y 9% respectivamente en los de 14 a 17 años", explica Paricio, para quien "son unas cifras terribles pues, para entendernos, casi la mitad (cuatro de cada 10) de niños y adolescentes españoles tiene exceso de peso y uno de cada ocho está claramente afecto de obesidad".
Pero la culpa de que nos gusten los bebés rollizos no la tiene ni mucho menos la publicidad, ya que solo muestra lo que gente quiere ver. ¿A qué se debe que prefiramos a los bebés bien ternescos? "Supongo que es porque antiguamente había desnutrición y alta mortalidad infantil, así que preferían pasarse que no llegar", contesta vía email el pediatra Carlos González, autor de Mi niño no me come, entre otros muchos libros de crianza , alimentación y salud infantil.
"Hace muchos años se le temía al hambre que se pasó en la guerra y en la posguerra y eso podía explicar que estar gordito se considerase de buena salud, pero hoy en día, seguirlo haciendo contribuye a justificar la epidemia de sobrepeso y obesidad que hay en toda nuestra rica sociedad", avisa Paricio, creador de la web de referencia sobre compatibilidad de lactancia y medicamentos.
"Los niños de los años 50 estábamos predominantemente flacos, entre otras cosas porque nos movíamos mucho y comíamos casero y lo justo; los pediatras que empezamos a ejercer a finales de los 70 vimos mucha desnutrición aún, debido a escasa y mala alimentación, pero todo eso es agua pasada: hoy vemos sobre todo niñas y niños con exceso de peso. Hoy los niños han dejado de moverse y comen mal", se lamenta Paricio.
Con todo, que la imagen de los bebés que difunde la publicidad esté sobredimensionada no es lo que más preocupa a Carlos González: "Lo que me da escalofríos es que recientemente ha habido anuncios de suplementos para hacer engordar a los niños, con padres que obligan a los niños a comer, como si eso fuera normal o aceptable".
¿Y cómo esperan los publicistas que bebés que parecen perrillos shar pei se conviertan unos pocos años después en las Katemossitas y los Justin Bieverillos que pueblan las campañas de ropa infantil? Pues dificilmente, ya que un pequeño con sobrepeso desde la guardería tiene cuatro veces más de probabilidades de sufrir obesidad cuando cumpla 14 años que otro en su peso, según un estudio publicado en la revista científica The New England Journal of Medicine.
Lamentablemente, está tan arraigada la mentalidad de madresde posguerra (sí, he dicho madres y no padres, puede ser una percepción equivocada, pero el peso es una preocupación fundamentalmente de madre) que muchas de ellas siguen pensando que su medida como buenos madresestá en el peso que alcancen sus hijos y establecen una feroz competencia. "Pues mi hijo tiene seis meses y usa la talla de nueve", dice muy ufana una madre mientras cambia a su hijo en los baños de un centro comercial. "Pues anda que el mío, que usa la de año y medio". En medio de esta conversación, te avergüenza confesar que el tuyo también tiene seis meses pero usa su talla (o incluso un poco menos). ¿Es que acaso vamos a vender a sus hijos al peso?El problema, según apunta el dietista y nutricionista Julio Basulto en este post, en el que cita un estudio mexicano, es que "lasmadres de niños con sobrepeso-obesidad no perciben de forma adecuada el peso de su hijo, sino que lo consideran normal”.
Y lo que es peor, esta obsesión por el peso de los bebés lleva a muchas madres mal informadas a cambiar la teta por el bibe y a adelantar la alimentación complementaria. Yo misma fui testigo en una farmacia de cómo una madre pretendía que le vendieran "polvitos de arroz" para su bebé ¡de dos meses! Seguro que a los cuatro ya quiere darle bocadillos de chorizo. "La industria de la alimentación y, dentro de ella, la de la alimentación infantil, es una de las más poderosas del planeta. Eso explica casi todo el grave problema que tenemos", remacha Paricio.
Ver más en: http://www.20minutos.es/noticia/2065732/0/19-ninos-espanoles/sufren-obesidad-tasa/superior-eeuu/#xtor=AD-15&xts=467263
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