Normal
Como yo mismo había sido el chico raro, el desadaptado que no jugaba en el patio, animé a mi hijo a interesarse por el fútbol. Me arrepiento
He creado un monstruo. Hace un año, mi hijo de siete era un niño tímido pero talentoso, que escribía sus propios cuentos y dibujaba castillos. Como yo mismo había sido el chico raro, el desadaptado que no jugaba en el patio, lo animé a interesarse por el fútbol. Después de ver lo que ese deporte le hace a un hombre, me arrepiento.
-Papi, llévame al estadio.
-Es muy caro.
-Entonces cómprame una camiseta del Barça.
-Ya tienes tres.
-Entonces vamos a jugar con la pelota al parque.
-¡Son las diez de la noche! ¡Duérmete!
El niño ha forrado su cuarto con afiches del Barcelona F.C. Ha alcanzado máximo nivel del videojuego FIFA. Cuando despierto por las mañanas, ya está sentado en el salón viendo antiguos partidos en Barça TV (¿Cómo es que hay un "Barça TV"? ¿Dónde quedaron los malditos canales educativos?).
-Papi ¿Quién era mejor? ¿Rivaldo o Ronaldinho? ¿Cruyff o Maradona? ¿Figo o Stoichkov?
-¿Puedes desayunar?
Para compensar el desastre, le impuse una tarea diaria de lectura. Él descubrió la prensa deportiva. Ahora cada día se lee entero el Sport. Lo obligué a dedicar veinte minutos diarios a las matemáticas. Ahora calcula el precio de los fichajes y los compara con los del Real Madrid.
Tratando de recuperar algo de su imaginación, intenté leerle cada noche unas páginas de El Principito. Desistí cuando me dijo:
-Ya entiendo. El Principito es como Messi y su zorro es como Neymar, ¿verdad?
Supongo que ahora mi niño es "normal": llega a un parque y hace amigos de inmediato. Pero qué puedo hacer: yo echo de menos a mi desadaptado.
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