_
_
_
_
_
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Nuestro modelo de bienestar

¿Podemos recuperar las prestaciones y servicios anteriores a la crisis? Ese es el desafío que se abre tras las elecciones del 20-D

Después de las elecciones del 20-D, los españoles no hemos cambiado: seguimos demandando más y mejores prestaciones sociales, una gestión más eficaz, y una mayor participación. Para poder reformar con garantías nuestro sistema de bienestar, tenemos que hacernos dos preguntas. En primer lugar, ¿cuáles son las consecuencias de las políticas de austeridad sobre nuestro modelo de vida y nuestro sistema de protección social? En segundo lugar, ¿cómo vamos a redefinir nuestro sistema de bienestar en los próximos años? Las respuestas que van a dar nuestros representantes a dichas preguntas, lo que van a negociar en torno a ellas en los próximos días, va a poner de relieve sus prioridades. Y va a tener un impacto directo sobre nuestra vida.

¿Podemos volver al modelo de prestaciones y servicios anterior a la crisis? ¿Tenemos que redefinirlo? Hay que tener en cuenta que cualquier modelo de prestaciones y servicios responde a un equilibrio inestable entre diversos grupos de interés, y entre diversas posiciones ideológicas. No son neutrales. El caso español es especialmente relevante: nuestras políticas sociales están orientadas hacia la protección de determinados colectivos, y dejan de lado a otros, como los jóvenes. El punto de partida para cualquier debate sobre nuestro entorno es reconocer que nuestro sistema de bienestar no es neutral.

La consecuencia es obvia: necesitamos redefinir nuestro modelo de bienestar. Para ello, en un entorno de recursos que siempre son escasos, es necesario incorporar a los grupos que hasta ahora han sido invisibles y no han recibido apoyo, y repensar nuestras prestaciones y servicios. No basta simplemente con volver a lo de antes, porque hay vencedores y perdedores, ni seguir con la dinámica actual, en la que también hay vencedores y perdedores.

Cuando un tema da mucho que hablar, lee todo lo que haya que decir.
Suscríbete aquí

Más democracia, más y mejores herramientas de evaluación, y volver visible lo invisible. En el nuevo escenario abierto tras el 20-D, los ciudadanos demandamos más participación, un diagnóstico adecuado de los problemas, y soluciones a dichos problemas basadas en la democracia y el respeto a nuestra condición de ciudadanos. En este sentido, hay que destacar tres retos que tenemos que afrontar:

Los retos: más democracia, más y mejores herramientas de evaluación, y volver visible lo invisible.

- Las políticas sociales se están desplazando desde la protección del trabajo hacia la promoción del trabajo, con un papel cada vez más relevante del sector privado en la gestión de los servicios sociales.

- Hay que evaluar con precisión las consecuencias de las políticas de austeridad, los grupos a favor y en contra de las diferentes medidas que se proponen, y la eficacia de dichas medidas cuando se adoptan. Por ejemplo, las consecuencias de los programas de privatización de los fondos de pensiones en los países de la Europa oriental no han dado los resultados previstos.

- Grupos sociales invisibilizados, como los jóvenes, demandan una mayor participación y una redefinición de las prestaciones y servicios disponibles. A su vez, las nuevas tecnologías nos sitúan en un contexto diferente. Y los flujos inmigratorios demandan una redefinición de nuestras políticas sociales y un fortalecimiento de las capacidades de los estados para garantizar los derechos sociales de los ciudadanos.

¿Cómo podemos afrontar estos retos? En primer lugar, haciendo visibles a los grupos excluidos en nuestro modelo de bienestar. En segundo lugar, fortaleciendo una dinámica de participación en la definición de nuestras políticas sociales. En tercer lugar, afrontando el desequilibrio entre la responsabilidad pública y la privada, analizando los modelos de gestión de nuestras instituciones. En cuarto lugar, analizando los nuevos problemas que se derivan de las políticas de austeridad, de los flujos migratorios, de las demandas de los ciudadanos (por ejemplo, la vinculadas con la atención a la dependencia), y de las nuevas tecnologías.

Específicamente, hay una serie de prioridades que nuestros representantes, más allá de quién gobierne, deberían tomar en consideración para convertir una situación de riesgo en una oportunidad:

—Garantizar los derechos sociales y la protección social de cualquier ciudadano europeo en cualquier país europeo, lo que implica una mayor homogeneización de las políticas sociales en la UE.

Hay que buscar modelos más inclusivos, que permitan una mayor protección de los jóvenes

—Diseñar modelos de gestión más eficientes de los recursos, incluyendo la gestión privada, y evaluando las limitaciones de la estrategia de integración social basada exclusivamente en la incorporación al mercado de trabajo.

—Introducir transparencia en el debate sobre la definición de las políticas sociales y el Estado de bienestar, dando voz a los diferentes grupos de interés. En este sentido, es relevante analizar la evidencia sobre asuntos clave como la financiación de las pensiones, y buscar consensos muy amplios para abordar cualquier tipo de reforma.

—Dar voz a los grupos que quedan fuera del diseño actual del Estado de bienestar, y buscar modelos más inclusivos, que en el caso español permitan una mayor protección de los jóvenes.

—Nuevas metodologías para analizar las demandas de los usuarios y de la población, y readaptar la oferta de servicios, utilizando para ello las nuevas tecnologías, el análisis de redes sociales, y lo que denominamos el e-Social Work.

—Uso intensivo de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, y la robótica, en el ámbito de la atención a la dependencia.

La mejor contribución a nuestro futuro es, precisamente, analizar con rigor los retos que afrontamos. Solo podremos alcanzar una mayor cohesión social y un mayor nivel de bienestar si favorecemos una mayor participación, una mejor evaluación de los resultados de nuestras políticas sociales, y más democracia. Es necesario debatir sobre los modelos de gestión, las tendencias de evolución y los grupos excluidos, y plantear alternativas de futuro. Y, de esta forma, contribuir a una España mejor. Que es para lo que votamos, ¿no?

Antonio López Peláez es catedrático de Trabajo Social y Servicios Sociales en la UNED. Su último libro publicado es Social Work Challenges in the XXI Century: Perspectives from the USA (Thomson-Reuters Aranzadi, 2015).

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_