Carlsen: ruleta rusa y juego genial
El campeón del mundo logra dos victorias seguidas y se suma a los líderes en el torneo Tata Steel tras seis rondas de las trece previstas
El alto riesgo puede curar la falta de motivación. Magnus Carlsen lo corrió el jueves ante el holandés Loek Van Wely, y ganó. Alentado por ello, ayer barrió con una obra maestra de ataque al actual campeón de Rusia, Yevgueni Tomashevski. Y ha alcanzado a los líderes, Fabiano Caruana y Liren Ding justo antes de pasar el ecuador del torneo Tata Steel en Wijk aan Zee (Holanda). Sorprende la actuación de Yifán Hou, invicta en el 4º puesto.
Las alarmas saltaron el martes en la sala de prensa y, sobre todo, en el entorno de Carlsen, cuando no hizo el menor intento de luchar por la victoria con blancas frente al azerbaiyano Shajriyar Mamediárov. Éste acababa de sufrir, el lunes, uno de esos golpes que dejan hundido a un ajedrecista, ya sea profesional o aficionado: un error de principiante que le costó una torre limpia cuando tenía ventaja ganadora ante el ucranio Pável Eliánov.
Carlsen es un gladiador nato –“No hay que tener piedad nunca, ni siquiera de ti mismo”, es una de sus frases más significativas-, y en esas circunstancias, al olor de la sangre en la gran herida de su adversario, lo normal hubiera sido que lo hiciese añicos, en lugar de firmar un empate insulso. Al buscar una explicación de ese extraño comportamiento, conviene recordar que los genios del ajedrez son humanos, y pueden tener un mal día por motivos personales o profesionales. Por ejemplo, pudo ocurrir que ese día el campeón del mundo, en lugar de plantear una lucha larga como es habitual, preparase una apertura concreta para lanzarse contra Mamediárov y descubriese un fallo en el último minuto en esa preparación, lo que provocaría un enfado que le quitó las ganas de luchar.
Aunque ése fuera el caso, hay indicios sólidos de que el escandinavo sufre a veces de falta de motivación porque se encuentra muy solo en el número uno, con cerca de 50 puntos de ventaja (hoy concretamente son 43) sobre el segundo del escalafón. Sus altibajos en el rendimiento de 2015, aunque lo cerró con dos victorias en los torneos de Londres y Catar, y su extraña propuesta de cambiar el formato del Campeonato del Mundo (obligando al campeón a jugar desde el principio una competición de eliminatorias cortas y alto riesgo) van en esa dirección.
Es muy probable que su padre, Henrik, le hablase de todo ello durante la jornada de descanso del miércoles, tras llevarle el desayuno a la habitación como cada mañana, hacia las 11.00, antes del partido de fútbol que sin duda también contribuyó a aflojar la tensión. Un hecho favorable es que su rival del día siguiente -con cambio de sede a Ámsterdam- era el menos fuerte del torneo, Van Wely, lo que incitó a Carlsen a realizar un sacrificio de pieza al estilo de los que hicieron famoso al inolvidable Mijaíl Tal: objetivamente malo, según los programas informáticos, pero muy difícil de refutar con el reloj en marcha y la presión de saber quién está sentado enfrente. El escandinavo jugó ese día a la ruleta rusa, lo que sin duda le provocó una fuerte descarga de adrenalina, y ganó.
Qué mejor estímulo para intentar quebrar en la ronda siguiente la coraza de Tomashevski, un adversario durísimo. Una pequeña imprecisión del ruso tras una apertura sin nada que resaltar fue suficiente para que Carlsen lanzara un ataque magistral a la yugular y, con varias jornadas de retraso sobre lo esperado, añadiese su nombre a la cabeza de la clasificación.
En los puestos de arriba sólo falta el nuevo ídolo holandés, Anish Giri, quien logró ayer su primera victoria, ante Mamediárov. Y sorprende la magnífica actuación de la mejor jugadora del mundo, Yifán Hou, algo gris a lo largo de 2015, quien acumula empates con Caruana, Ding, Wesley So, Yi Wei y Serguéi Kariakin, además de una victoria muy brillante sobre David Navara. Si la china mantuviese tal rendimiento en la segunda mitad del torneo, podría lograr el mejor resultado de una mujer en la historia del ajedrez.
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