Para este año voy a pedir...
Jesús Castro y Andrea del Río han escrito su carta a los Reyes; con los mismos deseos, probablemente, de muchos españoles
Un vientecillo cortante enciende a intervalos las ascuas del cigarro que Jesús Castro (Vejer de la Frontera, 1993) fuma en un balcón desde el que se ve el paseo de Recoletos, en Madrid. Quedan dos semanas para Nochebuena y es difícil encontrar un hueco para hablar con este gaditano sin apenas acento al que hace escasos dos años le cambió la vida con El Niño, la película de Daniel Monzón: “Daniel me llamó el día de mi cumpleaños, el 19 de enero. No he recibido mejor regalo que ese hasta ahora, y creo que es difícil superarlo”.
Mira hacia delante, apoyado en la baranda de hierro, cuando la pregunta versa sobre su casa y la Navidad. Mientras lo piensa, la risa de Andrea del Río (Zaragoza, 1991) se cuela por el ventanal entreabierto, algo que su personaje no suele hacer en Mar de plástico, la serie de Antena 3 en la que comparte trama con Castro y una de las más vistas de la televisión (se estrenó el 22 de septiembre con un 29,2% de share, cuatro millones de espectadores).
Ese programa mantiene a Castro alejado de su casa. Aunque él ya no esté, las Navidades siguen intactas: “En el puente de la Inmaculada se prepara la casa, los adornos, el árbol, el belén…, y también se empieza a comprar la comida para el 24 y el 31”. No sonríe, arguye que la ilusión de antes no es la de ahora. “Me gustan estos días porque estoy con mis padres, con mi hermano, que acaba de cumplir 18 años, y con mi hermana, que es la princesa de la casa y tiene 8; pero es un poco triste. Ahora hay gente que ya no está y, como esos días eran los que siempre pasaban contigo, los echas de menos”. Pero el recuerdo inmediato de sus hermanos disipa cualquier mínimo pesar. Hace unos años, después de poner leche y galletas para los camellos el día de Reyes, no dormía por la emoción, “menos cuando sabía que solo habría carbón por culpa de las notas, que no fueron pocas veces”; ahora duerme y se despierta antes solo para verlos encontrar sus regalos, “para ver sus caras”.
¿Para él ya no hay carta a los Reyes? No. No lo hace sobre el papel. Pero los deseos no son cuestión de edad, y él tiene algunos, probablemente los mismos que muchos españoles. “Antes pedía las típicas cosas que piden los chavales… Aquella escúter nunca me la trajeron, por cierto”, cuenta con una sonrisa y el dedo en alto. Ahora, en un país con 4.149.298 parados según los últimos datos del Ministerio de Empleo, Castro, que no vive y nunca vivió en las nubes, pide trabajo y salud para los suyos. ¿Tópico? Puede parecerlo, pero no lo es cuando se vuelve necesario: “Ojalá se solucione lo que está ocurriendo con tantas familias a nivel económico; a mí me toca de cerca y sé lo que se sufre. Como regalo ya no quiero nada material”. Y no se pone “exquisito” para él, trabajo: “Trabajar a secas, películas, series, todo lo que venga será genial. Soy consciente de que estoy empezando y de que me queda mucho por aprender”.
En estas fechas echo de menos a los que ya no están. Aunque con mi hermana de ocho años, todo merece la pena (Jesús Castro)
Aunque el trabajo no está entre las cosas más deseadas por los españoles como regalo, según el estudio de Deloitte sobre consumo navideño, sí lo está el dinero, y en primera posición. Desde 2012 es la opción preferida por los consumidores a la hora de recibir regalos, según la encuesta. Ropa y calzado ocupa el segundo puesto en el ranking, y ahí encaja a la perfección Andrea del Río. Está sentada en la cama trasteando con varias cajas envueltas en papel de regalo y las coge como si fueran suyas y fuese 5 de enero. Le encanta la ropa, pero, si tiene que elegir algo, no es tangible.
Sin saberlo, Castro y Del Río piden el mismo regalo, aunque ella a Papá Noel. “Seguir trabajando, me da igual teatro que cine que televisión. Y salud. Para mí y para los que me rodean. Eso es lo que pido”. Ella es hija única y parece que le vaya a estallar la cara de felicidad cuando piensa en los días de fiesta que están a punto de llegar en casa de su abuela paterna.
“Nunca dormía el 24 y recuerdo a mi madre diciéndome: ‘Si no duermes, no vendrá Papá Noel”. En su casa también había árbol, y belén, y mucha gente a la mesa, 17 exactamente en Nochebuena. “Siempre llegamos todos antes, ayudamos a preparar, hacemos la cena y comemos y bebemos hasta rebosar”. Tiene 24 años y, al contrario que Castro, sigue emocionándose cada diciembre. “No quiero perder eso, esa magia es maravillosa. Luego empiezan a pasar los años y quizá se pierda, por el momento quiero conservar la ilusión de cuando era pequeña”.
No tiene hermanos y exprime al máximo la compañía de los suyos: “Uno de los momentos más tradicionales de las fiestas en mi casa es el de jugar a las cartas. La canasta y el continental, herencia de mi tía abuela”.
Estoy viviendo un sueño y no quiero perderme un instante de lo que me sucede. Quiero masticarlo (Andrea del Río)
La actriz se detiene, están colocándole un pendiente que finalmente cambian por otro más pequeño. Llaman a la puerta de la habitación del hotel One Shot Recoletos 04, en Madrid, donde se está haciendo la sesión de fotos. Son unos zapatos de última hora. Él ya está listo, enfundado en una gabardina de Dior que ahora sí quiere incluir en su lista de regalos.
Ambos se marchan hacia la última fotografía. “Estoy viviendo esto como si fuese un sueño y no quiero perderme ni un instante de todo lo que está ocurriendo. Quiero masticarlo”, añadía ella. Algo muy parecido siente Castro. Pero después de esa sesión fotográfica, en unos pocos días, serán ellos mismos a tiempo completo, durante unas pequeñas vacaciones. Como para muchos, el mejor regalo será poder volver a casa por Navidad.
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