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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Urnas y pactos

Tras las elecciones de hoy serán precisas largas y difíciles negociaciones

Esta noche conoceremos la decisión de los españoles respecto a la representación que cada uno de los operadores políticos acreditará en el Congreso de los Diputados. Más dudoso es que el final del recuento de los votos deje igualmente claro cómo se formará el futuro Gobierno de España. El número de actores políticos que aspiran a tocar poder augura un periodo de largas negociaciones encaminadas a ese fin.

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Las urnas despejarán una primera incógnita: saber si alguno de los partidos destaca lo suficiente como para atribuirse una clara victoria y si las nuevas opciones obtienen, como han señalado las encuestas, una representación importante. Las fuerzas emergentes no tienen nada que perder en las urnas. Todo el respaldo que obtengan será positivo para ellas, puesto que son nuevas en la plaza; mientras que PP, PSOE, IU, UPyD y los partidos nacionalistas e independentistas estarán sometidos, naturalmente, a la comparación con los resultados del pasado.

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Por supuesto que la fuerza más votada tendrá más posibilidades que cualquier otra para intentar la formación de Gobierno, sobre todo si queda claramente distanciada de la formación situada en segundo lugar. Pero no se puede negar el derecho de los partidos a explorar combinaciones distintas. En los sistemas de representación proporcional que rigen en la mayoría de Europa, la tarea de formar Gobierno se confía a quien está en condiciones de reunir una mayoría parlamentaria suficiente, y no es automático que lo haga el más votado.

Lo que da un aire inaugural a las elecciones generales de hoy es la porfía entre más de dos partidos con teóricas opciones de poder. Nunca hubo unos comicios de ámbito nacional, desde la Transición, en los que hasta cuatro fuerzas se disputaran ese espacio. Parece superada la división en bloques, entre el centroderecha (primero bajo las siglas de UCD, después de las del PP) y los socialistas. De la cita de hoy con las urnas saldrán unas Cortes más fragmentadas que las anteriores, y esto supondrá un cambio considerable en la cultura política de España.

De ello no cabe deducir que el futuro Gobierno quede condenado a apoyarse en mayorías débiles, sino que será trabajoso formar el quórum de diputados necesario no solo para la investidura del presidente, sino para sostenerlo en otras situaciones parlamentarias. Muchos ciudadanos habrían agradecido conocer de antemano las intenciones de cada partido respecto a la política de pactos, como un elemento más de su toma de decisión. Sin embargo, las fuerzas en campaña les han hurtado esa información. Lo único que se ha aclarado mínimamente es que el PSOE no apoyará a Rajoy, Podemos desconfía de los socialistas si estos le superan en votos y Ciudadanos se propone aplicar un criterio similar al utilizado en las comunidades autónomas: dejar gobernar a la lista más votada y no apoyar a Podemos en ningún caso.

Más allá de lo que depare el recuento de los sufragios, todo dependerá después de la habilidad y la mesura de los distintos protagonistas políticos.

Para apoyar una administración sensata de los resultados también es importante la movilización de los ciudadanos hacia las urnas. El primer objetivo de los votantes consiste en seleccionar una opción de entre las que se presentan, pero no se trata de utilizar los resultados electorales como forma de dividir el camino al futuro, sino de votar con la voluntad de abrir paso en este país a una cultura política más constructiva.

Tras un año que ha estado lleno de convocatorias electorales, los españoles tienen de nuevo la palabra.

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