Esto tiene buena pinta
Se respiran, como en las elecciones de hace varias décadas, fuertes aires de cambio, pero en este caso sin las tensiones de la transición y el cambio de régimen
Finaliza una de las campañas electorales más interesantes, reñidas y, posiblemente, decisivas de nuestra ya madura democracia. Y a la vista de los datos que arrojan las encuestas cuatro partidos van a estar en un pañuelo con uno de ellos destacando ligeramente como posible ganador. Es indudable que va a ser necesario mucho pacto y mucho diálogo para gobernar.
Es un panorama que se parece mucho al que vivía España cuando estrenamos democracia. Mucho interés ciudadano por la política, con las nuevas generaciones en busca de representación y con ganas de tomar el relevo en el liderazgo y en la conducción de nuestra sociedad, de nuestro país. Y por cierto, con un jefe del Estado, un rey, joven, recién llegado al cargo. Se respiran, como entonces, fuertes aires de cambio, pero en este caso sin las tensiones de la transición y el cambio de régimen.
Vamos a tener uno de los parlamentos más plurales y representativos de la democracia, similar al de las primeras elecciones en torno al proceso constituyente. Y todas las fuerzas que van a estar en el parlamento, sobre todo las cuatro que apuntan a mayoritarias, en la medida en que pueden aspirar a tener una representación relevante, vienen haciendo un esfuerzo de moderación, incluso de diálogo, inimaginable hace un año escaso. Los Podemos, PSOE, Ciudadanos y PP, son los PCE, PSOE+PSP, UCD y AP de entonces que, representando a una muy amplia mayoría social, fueron capaces de armar la Constitución que ha dotado a España del marco de entendimiento político más estable y próspero de nuestra historia. Es una pena que el nacionalismo moderado, que tan importante papel jugó entonces, haya quedado reducido a un PNV que está destacando por su pragmatismo y amplitud de miras. Pero incluso la Bildu de hoy no es HB, y el nacionalismo soberanista catalán está perdiendo espacios por la izquierda más cercana a Podemos.
Síntomas muy claros de todo esto son los últimos debates entre líderes y candidatos, o el diálogo abierto por los cuatro grandes partidos en torno a Cataluña o el yihadismo.
Vamos a tener uno de los parlamentos más plurales y representativos de la democracia
España necesita actualizar el marco político de convivencia, en el que las generaciones que no tienen la referencia de la transición se sientan integradas y participantes activas; donde vean sus demandas atendidas, nuevas demandas en un marco de bienestar económico, progreso social, libertad y globalización que poco tienen que ver con el que vivía la generación que estrenó la democracia. Y en este reto, tan importante o más que los artículos que haya que cambiar en la constitución, o los nuevos contenidos que haya que incorporar, más importante incluso, es el consenso para hacerlo. Para que este cambio pueda realizarse, y cuente con un amplio respaldo social, sólo lo puede hacer, posiblemente, un parlamento con la pluralidad y variedad de fuerzas como el que vamos a tener. Ver a las cuatro fuerzas políticas mayoritarias, las clásicas y las nuevas, llegar a acuerdos en los temas fundamentales de nuestra convivencia, como puede ser la estructura del estado, la representatividad política, o la materialización de nuevas prioridades económicas y sociales, es, seguramente, el mejor esfuerzo que se puede emprender en favor de la renovación y regeneración de nuestra democracia. Con todos los sectores sociales y edades representados. Y el impulso de ilusión y progreso que este ejercicio puede imprimir a nuestra nación es indudable. La ciudadanía va a poner el terreno de juego y va a repartir las cartas. Sólo faltan la ambición por hacerlo, la altura de miras, poner buenas dosis de empatía y una indudable voluntad de llegar a acuerdos. En suma, recuperar lo mejor de la política.
David Pérez Renovales, es profesor de la Universidad Pontificia Comillas-ICADE
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